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Clara y Luis, dos argentinos secuestrados por Hamas: “El infierno que vivimos nos cambió la vida”

Clara Marman (64) cuenta que el cumpleaños de su nieta, el viernes 6 de octubre de 2023, le pareció el pretexto perfecto para reunir a su familia en Israel en torno a una mesa festiva para compartir anécdotas, ponerse al día con las cosas mundanas de unos y otras y pasar un fin de semana venturoso.

Su hermana Gabriela, que vive en Jerusalén; su sobrina Mía, su hermano Fernando y su compañero Luis celebraron la idea y confirmaron la presencia en la casa de la promotora del encuentro, en el kibutz Nir Yitzhak, a sólo tres kilómetros del inestable linde fronterizo con la Franja de Gaza.

El día señalado recibió a los cuatro invitados con torta de naranja e infusiones varias; obviamente, no faltó el mate con bombilla, hábito que la anfitriona “exportó” a Medio Oriente desde su Argentina natal cuando en 1981 decidió orientar la brújula de sus sueños juveniles hacia Tel Aviv.

“Llegué a Israel siendo una joven idealista con ganas de saber que era kibutz; tras concretar la experiencia adopté para siempre esa forma de vivir en comunidad”, le cuenta a La Voz en una pausa de su visita a la ciudad de Córdoba donde, con Luis Har (71), vinieron a contar lo que les pasó “para que nadie se olvide”. Se refiere a los 53 días de cautiverio que transcurrió como rehén de Hamás en un departamento precario de Rafah, en Gaza. Compartió la condición y el mismo tiempo de confinamiento forzoso con su hermana y su sobrina, de 17 años. Los dos hombres estuvieron 129 días privados de libertad y vigilados todo el tiempo por integrantes del grupo yihadista palestino que el 7 de octubre del año pasado incursionó de manera violenta en territorio israelí desatando la guerra con Israel.

Inicio del calvario

“Pasamos un viernes maravilloso y nos fuimos a dormir contentos, dichosos”, recuerda Clara, quien desde su arribo a Israel pasó cuatro décadas trabajando como maestra jardinera y ayudando a educar a varias generaciones de niños en el kibutz.

“El sábado 7, alrededor de las 6.30 de la mañana, empezaron a sonar las alarmas; pensé que, como ocurre habitualmente, después de 10 minutos dejarían de sonar y todo volvería a la calma habitual”, continúa el relato en un tono de voz cálido y sin apuros.

Aclara que no bien se activó el sistema de aviso de un peligro inminente, ella y los otros cuatro habitantes circunstanciales de la casa se refugiaron en la “habitación de seguridad”.

“Traté de ser amena con mis visitas para que mantuvieran la calma. Les pregunté si querían algo para tomar y les ofrecí torta de naranja; unos me pidieron café y otros, mate”, recuerda y remata el comentario con una sonrisa.

“Como las alarmas continuaban sonando sin cesar pensé que esta vez estaba pasando algo distinto, de mayor gravedad que lo que sucedía con frecuencia”, evoca aquel momento y en su rostro se dibuja un ligero gesto de conmoción.

“Luego vecinos empezaron a comunicar por WhatsApp que grupos armados habían roto el perímetro del alambrado del kibutz y que estaban ingresando a las casas con violencia, rompiendo puertas y ventanas y disparando armas de fuego… Entonces empezaron a cambiar las sensaciones iniciales”, trae a la memoria.

El terror del 7-O

El 7 de octubre de 2023, mientras los israelíes celebraban la fiesta de Simjat Torá, grupos armados palestinos, principalmente de Hamas, incursionaron con violencia extrema en territorio israelí, con apoyo de andanadas de cohetes. El ataque sorpresa, denominado Operación Inundación Al-Aqsa, concluyó con más de 1.200 personas muertas y otras 250 tomadas como rehenes, entre ellos, Clara, Gabriela, Mía, Luis y Fernando.

Clara y Luis recuerdan que “los terroristas entraron a casa reventando puertas y ventanas y disparando a mansalva”.

“En principio, nos arrinconamos en la habitación de seguridad y nos abrazamos, pero cuando escuchamos que entraban a casa baleando y gritando como locos, nos tiramos al piso; sentimos las balas pasando sobre nuestros cuerpos. A mi hermano un tiro le rozó el brazo”, precisa la mujer.

Los cinco integrantes de la familia fueron subidos a una camioneta blanca repleta de armas y municiones y trasladados a Gaza. Una vez en el enclave palestino, los condujeron de manera “brutal” por túneles oscuros (algunos muy estrechos) hasta un edificio donde los confinaron a los cinco en un departamento ruinoso.

“Vivimos un calvario, privados de todo. No sabíamos si íbamos a salir de allí con vida”, apuntan.

Coinciden en que el hecho de haber pasado el encierro juntos les permitió mantener más o menos bien el estado anímico.

“Al atardecer, a la hora del crepúsculo, le contaba anécdotas a Mia y recreábamos historias familiares. Esas historias compartidas, esos momentos de cierta distensión, nos ayudaron a mantener la ilusión y la entereza”, razona Har.

Clara, Gabriel y Mía fueron liberadas tras 53 días de cautiverio en Gaza en una ronda de intercambio acordada por Israel y Hamas.

Luis y Fernando continuaron como rehenes 76 días más hasta que fueron rescatados en una riesgosa operación comando del Ejército Israelí.

“Aquel día terrorífico y el infierno que vivimos después nos cambiaron la vida; no pudimos volver jamás a nuestra casa, a nuestra actividad. Ahora nos ocupamos de difundir aquello para que todos sepan lo que pasó y no nos olvidemos. También, de apoyar a las familias que están esperando a sus seres queridos y que viven en una incertidumbre total, sin saber en qué condiciones están sus hijos, sus padres, sus familiares, sus seres queridos”, concluye Clara; Luis asiente con la cabeza.

​La Voz

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