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Rugby, boxeo y protocolo. El juez de la Corte Carlos Rosenkrantz participó de las actividades de Espartanos en la cárcel

Bajo el cielo plomizo, después del partido de rugby en el que dos grupos de jugadores ataviados con camisetas variopintas desplegaron sus artes con noble fiereza y armas leales, el invitado de honor se paró frente a la larga fila de hombres que le prestaban atención. “Acá hay algo que canaliza la buena energía. Espero que sigan igual y, sobre todo que se multipliquen. Hace falta que se multipliquen. ¡Fuerza, muchachos!”.

Así cerró el vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, su visita a las instalaciones que la Fundación Espartanos tiene en la Unidad 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Allí, el ministro del máximo tribunal de la Nación tomó contacto directo con esta iniciativa que busca, desde el deporte, la espiritualidad y la formación laboral, crear conciencia y dar herramientas a las personas privadas de su libertad para que puedan progresar y volver a las calles para construir un futuro productivo y dentro de la ley.

La tarea de la fundación cofundada por Eduardo “Coco” Oderigo trascendió las fronteras. Irradió sus exitosas experiencias a 60 cárceles en todo el mundo en las que, como en la U48, la práctica del rugby funciona como un motor de cambio personal, indispensable para la reinserción social.

Acompañado por la directora ejecutiva de Espartanos, Dolores Irigoin –anfitriona del ministro junto con Oderigo–, Rosenkrantz vio un entrenamiento de rugby y se dio un gusto personal: se quitó el saco y la corbata, se calzó los guantes y un casco, y se animó a un round con uno de los presos. Fue simbólico: como una suerte de nocaut a la reincidencia.

El ministro, además, tuvo espacio para las cuestiones institucionales. Es que también participaron la visita a la cárcel de San Martín el presidente de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, Daniel Fernando Soria, y el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia, Juan Martín Mena, otrora estrecho colaborador de Cristina Fernández de Kirchner y uno de los históricos alfiles del kirchnerismo en cuestiones penales y judiciales. Los fotógrafos registraron el saludo protocolar.

También hubo, obviamente, lugar para conversaciones personales y otras fotos. Se destacó una en la que Rosenkrantz posó junto a un joven recluso que vestía la camiseta de CUBA, club en el que el juez de la Corte trajinó las canchas en su juventud. El ministro también practicó boxeo –eso se advirtió claramente en su parada en el ring ante el interno de la U48– y es cultor del deporte.

Oderigo e Irigoin les explicaron a Rosenkrantz, Soria y Mena que “el programa integral espartano ayuda a bajar los índices de reincidencia a un 5% y hoy 60 cárceles del mundo implementan el modelo integral espartano: 44 en la Argentina y 16 ubicadas en España, Kenia, Chile, El Salvador, Uruguay y Perú”. Esperan que esta visita institucional tenga un efecto multiplicador.

Así lo expresó Rosenkrantz: “Estamos conmovidos. No es usual ver cosas como esta. No es usual ver gente que pone fuerza en tratar de regenerarse. No es fácil. No se puede claudicar; tienen que ser muy resilientes, incluso en la adversidad. Esa resiliencia y constancia merece que las instituciones y nosotros personalmente les manifestemos nuestra empatía, nuestro orgullo de que sean capaces de tener energía para ver esto como una gran oportunidad. Yo estuve muy vinculado con quien fue durante mucho tiempo el director técnico de los Pumas, [Rodolfo] Michingo O’Reilly, que una vez me dijo ‘yo de tácticas y de juego no sé mucho, pero lo que sí sé es de vestuario. ¿Qué quiere decir eso? Que a veces se gana con pura motivación, en el juego y en la vida. Puro vestuario, no solo técnica. Por supuesto, hace falta saber jugar, pero sin motivación es muy difícil lograr obtener logros en el deporte y en la vida. Veo que ustedes la tienen, celebro muchísimo que esa energía esté acompañada, porque muchas veces la energía se desperdicia en malos quehaceres. Acá hay algo que canaliza la buena energía. Espero que sigan igual y, sobre todo que se multipliquen. Hace falta que se multipliquen. Fuerza, muchachos”.

LA NACION

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