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Copa Libertadores: Botafogo perdió con Peñarol, pero pasó a la final entre golazos y una expulsión insólita

Buena parte de la historia se había escrito la semana pasada, con el 3-0 de Atlético Mineiro a River, y el 5-0 de Botafogo a Peñarol. No hubo milagros en el Monumental (0-0), tampoco en Montevideo, donde el equipo charrúa ganó por 3-1 el desquite, cifra insuficiente para revertir la goleada que sufrió en Río. Entonces, una vez más, la finalísima de la Copa Libertadores será toda brasileña. El Galo de Minas Gerais va por su segunda Copa, tras su victoria en 2013; el Fogão va en busca de su primer gran título internacional.

Durante 45 minutos, todo había transcurrido con cierta normalidad, más allá de que el encuentro, originalmente previsto para disputarse en el Campeón del Siglo, el estadio de Peñarol, se disputó en realidad en el Centenario por disposición de la Conmebol. El desquite de la segunda semifinal de la Copa Libertadores entre Botafogo y el Manya uruguayo había tenido, la semana pasada, algunos episodios picantes entre hinchas.

Este miércoles, en la revancha, fue el turno de los jugadores. Y de manera insólita. Porque con la serie casi definida -Botafogo ganó 5-0 el primer partido-, Washington Aguerre, el arquero de Peñarol, se hizo expulsar de la manera más infantil.

¿Qué sucedió? Tras finalizar el primer tiempo, que el aurinegro ganaba por 1-0 con un golazo de Jaime Báez, hubo un tumulto en el medio de la cancha. Y Aguerre le dio un pisotón a John, su colega del Fogão. Todo, delante del árbitro chileno Piero Maza, que se vio obligado a sacarle la roja al arquero del conjunto uruguayo.

Previamente, antes del papelón de Aguerre -un jugador experimentado, de 31 años, con muchos partidos de copas encima-, Peñarol había descontado en el global de la serie frente a un Botafogo alternativo. Tras el 5-0 en la ida, la visita desembarcó en Montevideo con la cabeza puesta en la final. El DT Artur Jorge no dudó en conformar una formación casi alternativa: afuera titulares como Alexander Barboza, Luis Henrique, Gregore, Thiago Almada e Igor Jesús.

Durante el primer tiempo, Peñarol empujó con más voluntad que claridad. Llenó de jugadores el campo brasileño y tuvo 15 intentos al arco de John. Uno de esos terminó en golazo: sobre los 30 minutos, Báez recibió de Sequeira ligeramente sobre la izquierda del ataque. Con tiempo y espacio, se acomodó y, a unos 30 metros del arco, sacó un derechazo al ángulo, inalcanzable; el vuelo de John lo hizo más espectacular.

El golazo de Báez

En el segundo tiempo, y a pesar de jugar con 10, Peñarol mantuvo el dominio del juego, y cerca de los 20 minutos achicó distancias, nuevamente con Báez como protagonista: el volante, que estaba dentro del área, salió para buscar más espacio, y colocó otro derechazo cruzado, perfecto.

La roja a Aguerre no pareció ser la única acción insólita de la noche en Montevideo: poco después del 2-0 local, el defensor uruguayo Mateo Ponte dejó a Botafogo con 10; en apenas once minutos que estuvo en el campo de juego, primero fue amonestado y luego vio la roja por una patada sobre Báez.

Intentó ir Peñarol por la heroica, pero en el tramo final Botafogo sentenció el duelo con el descuento que anotó Thiago Almada en los últimos minutos, luego de una buena jugada individual y la combinación con Marlon Freitas, para el 1-2 carioca. Hubo más: sacaron del medio y Facundo Batista llegó habilitado para anotar el tercero del Manya. No hubo tiempo para más.

Lo mejor del partido

El desquite se iba a jugar en la cancha de Peñarol, pero el ministerio del Interior de Uruguay prohibió la presencia de hinchas de Botafogo en la revancha. Unos 2000 ‘torcedores’ del equipo carioca tenían previsto asistir. En un comunicado enviado el lunes al presidente de la Federación Uruguaya, Ignacio Alonso, ese ministerio le informó que el partido de vuelta “se disputará únicamente con público de la parcialidad local, es decir, parciales de Peñarol”.

“Esta decisión responde al análisis de la Policía Nacional, tras los hechos de violencia ocurridos en Rio de Janeiro en la previa de la semifinal de ida, los cuales son de público conocimiento”, prosiguió el comunicado firmado por el ministro del Interior, Nicolás Martinelli.

Sin embargo, horas más tarde, la Conmebol ordenó que Peñarol reciba a Botafogo en el estadio Centenario. El ente rector del fútbol sudamericano no aceptó que el partido de vuelta se disputara sin seguidores del conjunto visitante. “El Centenario es un lugar que da condiciones. Nosotros hemos hecho muchos eventos y partidos allí, tenemos la experiencia y por su ubicación daría la posibilidad y garantía de que se juegue con las dos hinchadas”, indicó José Manuel Azambuya, director nacional de la policía de Uruguay. Más aún: todos los costos relativos por el traslado de la sede deberán ser cubiertos por Peñarol.

LA NACION

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