Quién es Andrés Vázquez, el jefe de la DGI que protagonizó episodios polémicos desde los días del kirchnerismo
Andrés Edgardo Vázquez suma décadas y turbulencias en los pasillos de la vieja Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), hoy Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA). Se enfrentó a cuatro de sus superiores y ninguno pudo echarlo. Afrontó múltiples sumarios y al menos dos causas penales y las superó también. Y cuando parecía enfilar hacia su jubilación, guardado en una oficina aduanera periférica, el presidente Javier Milei lo encumbró: lo designó al frente de la Dirección General Impositiva (DGI).
Vázquez llegó a la cúspide tributaria, a fines de octubre pasado, a pesar de las objeciones que plantearon varios altos funcionarios, incluida la entonces titular de la AFIP, Florencia Misrahi, quien se negó a firmar su designación. Tampoco aceptó firmarla el ministro de Economía, Luis Caputo. Ni el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. ¿Conclusión? Milei estampó su rúbrica, junto a la de Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.
Tampoco estampó su firma Santiago Caputo, aunque en su caso porque carece de cargo o atribución administrativa. Pero el tercer vértice del “triángulo de hierro” es una de las razones que explican la designación de Vázquez. Esa, y su cercanía a las huestes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), desde los tiempos de Antonio “Jaime” Stiuso, a fines de los ‘90.
Esos vínculos explican su supervivencia y ascenso, a pesar de los enemigos que acumuló. Al punto que, por motivos muy distintos, los ex titulares de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) Ricardo Echegaray y Alberto Abad, y el otrora titular de la DGI, Horacio Rodríguez Larreta, lo desplazaron de sus funciones y lo relegaron a áreas secundarias del organismo, pero sin lograr que lo exoneraran.
Contador y referente insoslayable de la llamada Dirección de Inteligencia Fiscal del organismo tributario, hace ya casi un cuarto de siglo, de la mano de Carlos García Lorea, Vázquez tejió desde esa área vínculos con el poder y el espionaje de Francisco Larcher y, más aún, Stiuso. Es un cultor del bajísimo perfil, hasta el punto de que no hay fotos de él disponibles en sitios de internet y en redes sociales, ni siquiera en la página que él mismo abrió en LinkedIn. Hoy, LA NACION revela su rostro.
En 2007, según reveló LA NACION por entonces, una supervisora y una inspectora del equipo de Operaciones Financieras del Departamento de Investigación del área de Grandes Contribuyentes Nacionales de la AFIP, Haydee Boyadjian y Verónica Castiello, reportaron a sus superiores que cuando fueron a requerir documentos al casino flotante de Puerto Madero los recibió Vázquez. El barco era propiedad de la española Cirsa y de Hipódromo de Palermo, de Federico de Achával, pero con Cristóbal López como una sombra omnipresente. Tras el reporte de la supervisora y la inspectora, Abad –en su primera gestión al frente de la AFIP, durante el kirchnerismo– abrió un sumario que terminó con Vázquez “congelado”.
La renuncia de Abad y la posterior asunción de Echegaray al frente de la AFIP le permitieron a Vázquez volver al ruedo. Quedó al frente de la estratégica Regional Sur Metropolitana, área donde lidió con Lázaro Báez, quien modificó el domicilio fiscal de varias de sus empresas. Así fue como, por ejemplo, Vázquez quedó al frente del caso Gotti Hermanos. Es decir, el entuerto de las facturas falsas que había acumulado esta constructora de Santa Cruz que, con el tiempo, se descubrió que era de Lázaro Báez. En 2008 cayó toda la línea que la investigaba: desde el jefe de la Regional, en Comodoro Rivadavia, Norman Williams, a su superior en Buenos Aires, Jaime Mecikovsky, y al entonces titular de la DGI, Horacio Castagnola.
El siguiente episodio en el que el nombre de Vázquez cobró notoriedad llegó el 10 de septiembre de 2009, cuando lideró el megaoperativo con 200 inspectores contra la sede central del Grupo Clarín, en momentos en que Cristina y Néstor Kirchner encabezaban una batalla pública contra el holding. La ofensiva dio la vuelta al mundo y Echegaray debió pedir disculpas públicas, mientras que en un sumario interno del organismo cruzó acusaciones con Vázquez, que afrontó también una causa penal, de la que salió indemne.
Sin retroceder
Andrés Edgardo Vázquez
Edad: 64 años
Cargo: director de la Dirección General Impositiva (DGI)
Trayectoria: Trabaja en la AFIP desde 1990, donde ocupa cargos de alta responsabilidad desde hace más de 20 años
Por aquellas horas, y con toda la presión pública sobre sus espaldas, Echegaray juró que él no había ordenado el operativo y que había dispuesto “el despido” esa misma tarde de Vázquez, además de disponer el desplazamiento del superior inmediato de Vázquez, Sergio Mancini, amigo de Echegaray desde sus tiempos en la militancia de derecha en la Universidad Nacional de Mar del Plata. ¿Cómo terminó la historia? Mancini fue desplazado y quedó como “empleado raso”. Pero Vázquez sobrevivió, por orden de la Casa Rosada: le indicaron que Vázquez era el hombre de Larcher (y de Stiuso) en la AFIP.
Vázquez perduró dentro del organismo tributario, incluso después de que LA NACION reveló en 2010 que acumulaba casi medio millón de dólares en dos cuentas bancarias secretas en paraísos fiscales del Caribe y en Europa que gestionaba a través de una “cueva” financiera que el BNP Paribas operaba en Buenos Aires, fondos que no había declarado ante el fisco, es decir, ante el organismo para el cual trabaja.
En los formularios que la Justicia recuperó durante un operativo que ordenó contra la “cueva” del BNP Paribas constan, en ese sentido, tres datos llamativos. El primero, que Vázquez declaró que no era funcionario; el segundo, que fijó su domicilio en una dirección inexistente de la ciudad de Buenos Aires; el tercero, que se presentó como contador y dueño de un estudio contable independiente.
Consultado entonces por LA NACION, Vázquez se negó a confirmar o desmentir que fuera el titular de esas cuentas y esos fondos “por razones de seguridad personal”. Sólo cuando el entonces vocero de la AFIP, Pedro López, lo urgió a desmentirlo, dijo que la información “no tiene ningún asidero” y que “nunca” tuvo cuentas en el exterior.
Su desmentida duró poco. Un informe desarrollado por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) durante la gestión del fiscal Carlos Gonella, rastreó las operaciones de Vázquez y cientos de clientes más, empresarios y sindicalistas incluidos, que fugaron más de US$1000 millones. Con esos datos, el juez Osvaldo Rappa procesó en junio de 2016 a 20 ejecutivos de BNP Paribas y ordenó embargarlos por cifras récord.
“Para operaciones sucias”
En ese contexto, referentes de la Coalición Cívica (CC) reclamaron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner echara “de inmediato” a Vázquez, pero no ocurrió. “Vázquez es la mano de obra barata dentro de la AFIP para operaciones sucias”, indicó el espacio liderado por Elisa Carrió. “La maniobra del funcionario de la AFIP es un hecho muy grave, habitual en el mundo K del revés, donde los encargados de hacer cumplir la ley la violan. Vázquez tiene que combatir la evasión y evade”.
Vázquez, no obstante, continuó dentro de la AFIP hasta que, tras el triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015, Abad retomó las riendas del organismo tributario y una de las primeras medidas que tomó fue desplazarlo, otra vez. Desde entonces, Vázquez perduró en funciones periféricas, relegado al área aduanera del puerto La Plata.
Allí se mantuvo, abocado a resolver sus problemas judiciales. Logró que el tramo de la investigación sobre el BNP Paribas que lo afectaba pasara a los tribunales de Comodoro Py, donde quedó en manos del juez federal Sergio Torres hasta que asumió como ministro de la Suprema Corte bonaerense. Ariel Lijo pasó a subrogar el Juzgado, donde al ser indagado, Vázquez negó ser el titular de esas cuentas bancarias y afirmó que era víctima de una “operación de prensa” por aquel megaoperativo de la AFIP contra el Grupo Clarín de 2009.
El 17 de noviembre de 2022, Lijo sobreseyó a Vázquez y a su hermana ante la “imposibilidad” de avanzar con la pesquisa. En otras palabras, no porque se haya comprobado que Vázquez no tuviera esas cuentas bancarias, sino por la renuencia de las autoridades de Curazao, Países Bajos y del Gran Ducado de Luxemburgo a responder los exhortos argentinos.
Un año después de su sobreseimiento, Vázquez declaró ante la Oficina Anticorrupción que es dueño de 10 inmuebles en la Argentina que acumuló con ingresos propios, por donaciones o por herencia, además de $10,5 millones en efectivo y tres cuentas bancarias en Estados Unidos por $2,1 millones. Es decir, poco menos de 2700 dólares al tipo de cambio entonces vigente. Pero no aludió directa o indirectamente a las sociedades en el Caribe ni a las propiedades en Estados Unidos que hoy reveló LA NACION.
Pero Vázquez cultivó lazos y relaciones que lo acercaron al mundo libertario. Y algunos señalan a Lucas Nejamkis, hombre de confianza de Stiuso y muy cercano a Juan Manuel Abal Medina en sus tiempos como jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Cuál era entonces su función? Administrar la pauta oficial. Hoy, Nejamkis devino hombre de consulta asidua para Santiago Caputo, que desoyó las objeciones de su tío, el ministro “Toto” Caputo. Y Vázquez llegó así a la silla máxima de la DGI.
LA NACION