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Dónde conseguir la vajilla vintage que estaba en todas las casas y es parte de nuestra memoria colectiva

Si los juegos de porcelana antiguos siguen despertando la admiración de siempre, entre los más jóvenes, desde hace unos años surgió el interés por las piezas fabricadas en serie entre los años 50 y 80 que estaban en la mesa de todos los días. Marcas nacionales como Durax, Rigopal, Lozadur o Festival, son las más buscadas en tiendas online, mercados y comercios del rubro.

A continuación, la historia de emprendedoras que, como si fueran arqueólogas, se dedican a rastrear y recuperar pequeños tesoros que generan grandes recuerdos.

Rastronautas

Vanesa Paz y Marcela Enríquez son vecinas. Durante los meses de aislamiento tuvieron tiempo de descubrir intereses en común, que además podían ser rentables. Así nació Rastronautas, una cuenta de Instagram desde donde comenzaron a vender objetos vintage que atesoraban. El lanzamiento fue tan positivo que pronto se quedaron sin stock y comenzaron un exhaustivo trabajo de investigación para volver armarlo.

En 1955 comienza en el país la fabricación de la vajilla de melamina Plastiloza, para repetir el éxito internacional de ese material. La fábrica cerró en los 70 y retornó a la producción en 2012.

Una de sus características es que el 90 por ciento de los productos que venden están sin uso y hasta en sus empaques originales. Además, indagan en la historia de cada marca, provenientes de fábricas que fueron emblema de la industria nacional hasta mediados de los años 70, cuando muchas cerraron por el auge de la importación.

Rastronautas muchas veces tiene entre su oferta juegos vintage a estrenar, como estas tazas Durax Gold.

Entre el público de Rastronautas se destacan los millennials, atraídos por los vidrios de mil tonos, los diseños pop y la posibilidad de reutilizar un producto de calidad.

Marcela, que vivía en Avellaneda, creció escuchando las historias de los tiempos de esplendor de Cristalux, donde se fabricaba Dúrax. Acá, vasos  de un modelo no tan común, y en su famoso

“Tenemos clientes que se emocionan al encontrar la taza que estaba en la casa de su abuela o que, después de años, pueden completar un juego. Este tipo de vajilla vuelve a conectar a la gente con su historia”.

Taza de té de la colección de vidrio térmico 'Rigopal Espiga', de la firma Rigolleau.

En la tienda online se puede encontrar vajillas de Cristalux, fabricante de Dúrax; la famosa, Plastiloza, de melamina color pastel; los juegos de la colección Rigopal, de Rigolleau, y marcas de Lozadur, como Festival.

Juego de café Hartford de los años 70, entre sus ofertas.

Hola Lula

Desde que era chica, Lucía Calatroni, artista visual y fundadora de Hola Lula, acompañaba a su mamá a recorrer mercados de pulgas y ferias vintage. Gracias a esos paseos, desarrolló una mirada afilada y una colección de hallazgos que por fin comenzó a vender en los meses de pandemia (y con un éxito rotundo), primero desde su cuenta Instagram, luego en Tienda Nube y finalmente a través de su local en la galería Patio del Liceo.

Vidriera del local, en la Av. Santa Fe 2729.

Entre los objetos que más le piden se destacan las piezas de Dúrax, Verbano o Festival. También productos sin sellos, como centros de mesas, platos para picadas y todo lo que despierte la memoria emotiva por su función y diseño.

Lucía tiene un criterio claro: solo vende los objetos que la conmueven y que a ella le gustaría tener. Por eso, no se limita a una época o una marca.

“Aunque hay clientes a los que les gustan las piezas con imperfecciones, al comprar conviene fijarse en que las piezas no tengan rajaduras y que la pintura y los dibujos no estén gastados”, recomienda.

Hay juegos y piezas sueltas que pueden cobrar nuevos usos.

Deco Vintage New

En 2015, cuando recién había nacido su hijo, Desirée Orellana, creadora de Deco Vintage New, decidió dar el volantazo y dejó su cargo en una multinacional de comunicaciones para empezar un emprendimiento propio que unía sus dos pasiones: la fotografía y la deco. Desde chica, cuando jugaba en el pasaje de la Piedad, donde vivía su abuela, había aprendido a valorar los objetos de buen diseño, así que intuitivamente se inclinó por vender juegos de vajilla de porcelana antigua e importada.

Desirée Orellana está abocada a la compra y venta de porcelana antigua desde 2015.

De sus comienzos, recuerda las horas que pasaba en su Palio amarillo recorriendo la ciudad en busca de piezas o esperando desde la madrugada para ser de las primeras en entrar a los domicilios donde todo se pone en venta. Rápidamente aprendió las características de la porcelana francesa, inglesa, china, alemana o danesa hasta convertirse en una experta en sellos y diseños. También, reconoce las falsificaciones de un vistazo.

La evolución del sello de las porcelanas alemanas Meissen a lo largo de su historia.

“A través de las fotos y los videos que subo a la cuenta de Instagram, busco despertar la memoria visual y los sentimientos”.

Deco VIntage New ahora se enfocó en la compra y venta de juegos de porcelana completos.

Su negocio tuvo un nuevo impulso cuando decidió dejar de ofrecer piezas sueltas para vender juegos completos (que a veces tienen más de 100 unidades), son esperados y valorados por un público fiel. El recorrido de Deco Vintage New, continúa con @delagradnmere, el emprendimiento de blanquería antigua a cargo de su hija.

Maru B by Simpson

Con un nombre que no necesita presentación, porque es cuarta generación de anticuarios, Maru Baralia, encontró un camino propio y, enfrente del tradicional local familiar de Simpson Antiques, abrió su propia tienda en la calle Libertad. “Trabajo desde los 16 años con mi familia, hasta que le encontré la vuelta a lo que realmente me gustaba y el resultado fue sorprendente”, cuenta Maru, que sabe a la perfección donde encontrar piezas únicas.

Maru Baralia en su local de la calle Libertad, donde la enorme oferta invita a quedarse un buen rato.

En su local de la calle Libertad exhibe utensilios, vajilla y objetos de bazar vintage: desde platos y bandejas hasta especieros y candelabros, pasando por pavas, ollas y, sobre todo, enlozados.

¡Quién no se acuerda de estos frascos! Las tapas de madera eran más bien de apoyo antes que de cierre hermético, ¿no?

Al local llega gente de todas las edades, habitués, curiosos que buscan un regalo original y turistas que se toman su tiempo como si estuvieran recorriendo un museo de la vida cotidiana. Es más, útimamente, Maru nota que aumentó el público joven que quiere recuperar esos elementos que había en sus casas y en la de sus abuelas. Libertad 1688, Barrio Norte. Envíos a todo el país

A la vajilla vintage se suma todo tipo de utensilios de antaño y contenedores que eran la escenografía de las cocinas de los años 70 (mínimo).

Dinastía

Cuando Belén Stratta llegó desde Navarro a Buenos Aires, a los 18 años, lo primero que hizo fue ir al Mercado de Pulgas. Gracias a esas incursiones, que siguieron mientras cursaba la carrera de Diseño Gráfico y comenzaba a trabajar vestuario y dirección de arte, desarrolló una colección afín sus gustos. Cuando la cuarentena puso en pausa su vida laboral, decidió empezar a vender su stock y entonces nació Dinastía, una tienda especializada en objetos que van de los años 60 hasta los 90.

Juego de café en acrílico y acero de Orfeo. Un modelo tan característico que estuvo en la muestra de Malba

Uno de los puntos fuertes de Dinastía es la vajilla vintage, con sellos de industria nacional como Porcelanas Magdalena, Lozadur, Festival, Hartford o la alemana Cartens.

Vasos en vidrio fumé y con motivos de colores.

“Los millennials llegan atraídos por los vasos de color, que se hacían acá o llegaban importados de Francia. Pero además, valoran la alternativa de reciclar y de tener algo único”.

Dinastía incorporó el diseño contemporáneo, que convive muy bien con lo vintage. Por ejemplo, los platos artesanales de su edición limitada

Una de sus marcas preferidas es Porcelanas de Magdalena, una firma casi de culto, fundada en esa ciudad bonaerense por el artista plástico español Isaac Díaz Pardo. Los objetos se destacan por sus relieves y detalles pintados a mano.

Juego de café de Porcelanas Magdalena.

Consejos de experta

Mishal Katz es arquitecta, urbanista, diseñadora y ceramista. Además de todo eso, es la mejor compañera para salir por ferias y mercados porque es una experta en reconocer objetos valiosos por su diseño. “A veces voy caminando, veo algo que me llama la atención, vuelvo y efectivamente vale la pena. Hay paletas y formas que están en mí desde hace mucho, que ya veía en la casa de mi mamá o de mi abuela”, cuenta una de las fundadoras de Salmón Tienda.

Mishal, cuando la visitamos en su casa de Chacarita. Su cocina está atiborrada de sus propias cerámicas y de lo que encuentra en ferias vintage, un imán para ella.

De esas salidas, Mishal siempre trae algún producto de cerámica, loza o porcelana, que va a parar a su cocina o nutre su colección. Entre los juegos que atesora, está el de la firma Colbo que recibió de sus padres como regalo de bodas. También tiene vajilla Hartford, Verbano y Festival.

“En las ferias de Parque Centenario o Parque Los Andes se siguen encontrando perlas. Sin embargo, en el Ejército de Salvación es cada vez más difícil encontrar variedad y precios accesibles”, afirma Mishal, que destaca un tema que preocupa a los coleccionistas: cada vez quedan cuesta más trabajo encontrar tanto juegos como piezas sueltas. “Es que desde hace unos 15 años, diría, se valora más lo hecho a mano y la posibilidad de hacer un mix entre lo vintage y lo actual”.

LA NACION

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