El libro que revela historias desconocidas de Lionel Messi: de los jueguitos con la naranja a un detalle inédito en Qatar
Posiblemente, en estos momentos, Lionel Messi festeje la Navidad con su familia. Con Antonela, Mateo, Thiago, Ciro, Celia, Jorge y muchos más. Posiblemente, esté con algún resto de turrón, pan dulce o garrapiñada. Posiblemente, haya brindado con algo más que agua. Posiblemente, se dé sus permitidos. Como cualquiera de nosotros. Porque aunque no parezca, Leo es uno más. Un argentino de 37 años que juega demasiado bien al fútbol y que tiene millones de seguidores en Instagram, pero que desde que nació hasta hoy, es un fanático de las milanesas de su mamá y que decidió mudarse a Miami justamente para eso: disfrutar más tiempo con los suyos.
En Messi íntimo, el último libro del periodista deportivo Ariel Senosiain editado por El Ateneo, descubrimos -aunque parezca que ya no hay más-, nuevas historias de Lionel Messi. Especialmente del Messi persona, del Messi que pasea con mate en mano y chanclas en la pileta lejos de las canchas de fútbol y los botines. Aunque las canchas nunca se alejan de Leo. Ni Leo de ellas.
En este libro hay muchas historias desconocidas y destacamos cinco de ellas a continuación.
1. La preceptora que le pidió que reconsidere sus prioridades
En el primer capítulo de libro, Lionel antes de ser Messi, Senosiain cuenta que una preceptora de la Juan Mantovani, la escuela donde La Pulga empezó la secundaria antes de irse a vivir a España a los 13 años, le dijo: “Nene, dejá de patear y ponete a estudiar, que así no vas a llegar a nada”. Messi ya estaba obsesionado por la pelota, no solo en los entrenamientos, sino también en los recreos. Por suerte, Leo no hizo caso.
2. Los jueguitos de Lionel Messi con una naranja
Ya en el segundo capítulo, Un kilo de naranjas, se revela cómo fue su tratamiento de hormonas para crecer y por qué dejó Newell´s para seguir su carrera en Barcelona. Es justamente Fabián Soldini, el hombre que llevó a Messi al club español y que le pagó las vacunas, quien cuenta la espectacular anécdota de cómo armó una producción especial para que el Barcelona conociera la habilidad de La Pulga.
“Leo hacía jugadas increíbles. No es que tenía constancia en todo el partido: caminaba la cancha y, de repente, sorprendía a todos. A los 12 años jugaba igual que como lo haría después. Los partidos a su edad se dividían en dos tiempos de 25 minutos. De los 50, caminaba 30. Hasta que se la daban y hacía destrozos. El papá tenía un chiflido particular, para adentro. Con eso lo llamaba y le gritaba que corriera. Leo insultaba, pero se activaba y el rival tenía que ir a buscar la pelota adentro del arco. El tema es que a la reunión con Juan Mateo -un abogado argentino con llegada a Josep Minguella, un agente de jugadores que tenía mucha influencia en Barcelona-, no podía llevar un video solo de jugadas, porque iba a parecer editado solo con lo mejor de un partido. Por eso le di una pelota de tenis, una de ping pong y un kilo de naranjas. Le dije que practicara, que cuando llegara a cien con cada una me llamara, así lo grababa. Era lunes. Me llamó el jueves. ‘Ya está’”, relató.
Y detalló: “Lo grabé, obviamente le salió: cien jueguitos con la de tenis, cien con la de ping pong y ¡cien con la naranja! El video incluía jugadas, goles y esa maravilla. No lo vieron solo los del Barcelona: después lo vería todo el mundo, porque sirvió para una publicidad de MasterCard”.
3. La promesa de Messi con tal de jugar con la selección argentina
Algunos tenemos debilidad por las golosinas, otros por los chocolates, otros por las gaseosas. En esa última está Leo. Cuando era adolescente y ya jugaba en Barcelona, lo podía la Coca Cola, más de lo aconsejable para un deportista de alto rendimiento. Y cuenta Senosiain que fue entonces que encontró una buena manera de abandonar la costumbre. “Hizo una promesa, no volvería a tomar una gaseosa hasta que lo convocaran para la selección argentina”. Lo tanteó España para que jugara el Mundial sub-17 de Finlandia que se disputó en agosto de 2003, pero Leo siempre tuvo claro que quería defender la celeste y blanca. El 29 de junio de 2004, La Pulga vistió por primera vez la camiseta de la selección y entró en la goleada 8-0 contra Paraguay en el estadio de Argentinos Juniors. Ahí quedó blindado para siempre. ¿Habrá tomado una rica Coca Cola después?
4. La historia de su gran amor con Anto Roccuzzo: un gesto a los 17 años que los marcó para siempre
Se conocen de toda la vida. De Rosario. Y después de Rosario a Barcelona, y de Barcelona a París, y de París a Miami, y de vuelta siempre a Rosario. Recorrieron de la mano el mundo, ella lo apoyó y estuvo a su lado, y él siempre le devolvió un gesto fuera con palabras o sonrisas y miradas. En el capítulo 6 del libro, su historia de amor vuelve a ser protagonista. Ya se sabe mucho de ello, pero hay un detalle que llama la atención: “No es que Antonela empezó a fijarse en Lionel cuando a este le llegó la fama y la gloria. No. Cuando ya eran amigos, incluso a la distancia, hubo un momento que significó un doble quiebre en su vida. Cuando Antonela tenía 17 años, falleció Úrsula, su mejor amiga, en un accidente automovilístico. Messi viajó desde España para estar con ella, que en ese momento tenía pareja, pero por poco tiempo más. Esa predisposición, esa demostración absoluta en un varón poco acostumbrado a exteriorizar, ayudaría a sanar la herida”.
En 2009, Leo contó en un programa de televisión, por primera vez, que tenía novia. En 2010, Antonela se mudó a Barcelona. En 2012, fue mamá de Thiago. En 2015, de Mateo. En 2017 se casó con Lionel. En 2018, llegó Ciro.
5. La famosa túnica con la que levantó la Copa del Mundo… ¡no era la única!
La foto de Lionel Messi con la túnica en Qatar al momento de levantar la Copa es póster y cuadro y estampita y stickers de miles y millones de argentinos. Hoy en día la vemos y nos hace sonreír y rememorar aquellos instantes únicos. Pero hay que recordar que al momento de ver cómo un emir vestía a Messi con una capa qatarí (el bisht, que, tiempo después supimos qué significaba), algo nos hizo ruido. ¿Qué era eso? ¿Por qué le tapaban la camiseta de la selección? ¿Se la tapaban? ¿Estaba bien que lo tuviera puesto justo en aquel minuto de gloria?
Cuenta Senosian en uno de los capítulos finales del libro una espectacular anécdota: “El dato desconocido es que había dos túnicas. A horas de la final, sabiendo los finalistas, el personal cercano al emir se había encargado de tener lista una por cada capitán: ‘Así como había un micro descapotable con los colores de Argentina y uno con los de Francia que nunca se vio, también contaban con una bisht con el talle de Hugo Lloris, el capitán francés’”.
LA NACION