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Reseña: La artista joven, de Valérie Mréjen

La aparición del arte en la literatura no es nueva, pero en los últimas décadas ha encontrado ecos sugestivos. No se trata solo de narrar las pasiones de un pintor o una escultora: lo que se cuenta puede también seguir la lógica híbrida de otras formas contemporáneas. En los libros de Valérie Mréjen (París, 1969), escritora, pero también destacada artista visual, esa interacción se duplica.

La artista joven, su libro más reciente, es literalmente una novela de formación de rasgos autobiográficos: la protagonista logra ingresar (después de un primer intento fracasado) en una reconocida Facultad de Bellas Artes de las afueras de París. El recorrido es lineal: desde las pruebas de admisión, pasando por los primeros aprendizajes, el entorno de profesores y compañeros, la angustia de las influencias, los entusiasmos y los desánimos, la oposición familiar, hasta las primeras exposiciones y los vericuetos del mundo del arte.

Escrita en una tercera persona quirúrgica (que objetiva la primera persona de la experiencia), las descripciones minuciosas recuerdan las del nouveau roman. En su intimidad, La joven artista le toma el pulso al misterio de la sensibilidad artística. Mréjen no solo observa los días y trabajos de la facultad , sino también obras que la marcaron, como las de Meret Oppenheim o la plegaria que Jenny Holzer colocó en un edificio de Times Square: “Protéjeme de lo que deseo”. Un poco como Kassel no invita a la lógica, de Enrique Vila-Matas, la escritora entrega un autorretrato oblicuo, en el que no falta el humor ni la emoción contenida, para rendir cuenta de una manera personal de acercarse al mundo.

La joven artista

Por Valérie Mréjen

Periférica. Trad.: Vanesa García Cazorla

138 páginas, $ 30.000

​Cómo se forma la sensibilidad de una artista  LA NACION