Milei armó su propio laberinto y quedó encerrado
“Es una pareja perversa, que goza de la crueldad y además está llena de codicia”, dijo Elisa Carrió en una cruda definición de Javier y Karina Milei. Y agregó respecto al Presidente: “Creo que, si este hombre sigue teniendo legitimidad, podemos ir hacia un régimen perverso y autoritario”.
La declaración de Carrió muestra que no cambió de opinión sobre Milei después de la estrepitosa derrota electoral del domingo pasado. La dirigente de la Coalición Cívica hace mucho tiempo que los describe de esa manera, pero aun así, supo acompañar las primeras medidas de gobierno -excepto con los poderes especiales-para darle gobernabilidad, pero su diagnóstico, que hoy está más a la vista de todos y que muchos descubrieron esta semana es, al menos, visiblemente justificado.
Existe una máxima en política que indica que son los oficialismos los que pierden elecciones y no los opositores los que ganan. Ese precepto es más significativo en un escenario político que se viene presentando en la Argentina en los últimos turnos electorales: la gente vota más convencida en castigar que en apoyar, es tal la desilusión que generan los gobiernos frente a demandas urgentes que, aun sabiendo que lo elegido no es lo mejor, tienen la necesidad de dar una señal de alerta. La elección bonaerense marcó tres hechos fácilmente identificables: la ausencia del voto republicano, que esta vez no acompañó a los libertarios; la baja participación y la confirmación de que los intendentes peronistas recuperaron el poder, hoy puesto al servicio del gobernador Kicillof, y que ese mismo poder ya no responde a un liderazgo nacional, como fue el de Cristina Kirchner, que con su sola presencia en una boleta podía hacer ganar o perder elecciones a cada uno de ellos.
La tiene difícil el Presidente, se le presenta un escenario económico complicado donde su mayor resultado, desacelerar la inflación, ya no alcanza para responder a las demandas sociales. Basta ver el crecimiento del desempleo: ya hay mediciones privadas que lo ubican cerca de los 8,5 puntos para el segundo trimestre de 2025, superando el 7,9% medido en junio pasado, que ya era superior al 6,4% de diciembre del año pasado. Es lógico que ese indicador aumente si tenemos en cuenta que, desde que asumió Milei, cerraron 15.000 empresas, según la información de la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (Enac). Afectados por la ola importadora y la baja de consumo que reflejan una recesión alarmante, los empresarios allí nucleados dicen que actualmente cierran 40 firmas por día. Un número similar, o ligeramente superior, a los primeros 20 meses de pandemia.
Basta hablar con los encargados de los comedores comunitarios. Margarita Barrientos, de Los Piletones, lleva meses alertando sobre el crecimiento de la demanda de asistencia alimentaria incluso de sectores medios bajos, con trabajos registrados, que ya no llegan a garantizar los 30 días de comidas para su familia. De hecho, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA alertó el mes pasado sobre el crecimiento de la inseguridad alimentaria en los niños que ahora alcanza a aquellas familias que pagan escuela privada o una prepaga, sectores que nunca estuvieron en ese nivel de necesidad. La frase “sacamos 12 millones de personas de la pobreza” parece corresponder más un dogma estadístico de un economista que a la lectura política de la realidad. Alcanza con ver la proyección de gastos e ingresos por hogar (Datos Indec tomados por consultoras privadas) comparando noviembre de 2023 con mayo 2025: los gastos crecieron un 50% más que los ingresos.
Todos estos últimos números explican la razón de la derrota libertaria, a la que hay que sumarle la aparición de varias denuncias de corrupción: $LIBRA, PAMI, Andis, Banco Nación, valijas, tráfico de influencias, que afectan al apellido Milei, ya que en todas ellas está involucrada su hermana Karina, a quien el Presidente erigió como “El jefe”. La cercanía filial hace imposible que aquél sea desconocedor de sus acciones.
Volvamos a los dichos de Elisa Carrió sobre la perversidad, la crueldad y los hermanos Milei. Esa hostilidad se volcó también hacia sus seguidores más fieles, convirtiéndose en espadas afiladas para lastimar incluso a aliados con temas sensibles, como ocurrió con el episodio que tuvo como víctimas al senador Luis Juez y a su hija Milagros, y como victimario al comunicador más sobrevalorado de la historia reciente, el Gordo Dan. Para “las fuerzas del infierno”- como las llamó Carrió- que hoy se quejan de haber quedado afuera de las listas, relegadas por punteros políticos, barrabravas provenientes del peronismo, modelos y vedettes, también las urnas le dejaron un mensaje. Sus modos agresivos y maleducados no hubiesen mejorado la performance electoral libertaria, quizás todo lo contrario. Esta sociedad no suele premiar a los violentos. Si bien puede existir un núcleo duro que se identifica con el “cárcel o bala” que pregona un candidato del oficialismo, la mayoría, sobre todo en territorio bonaerense, quiere seguridad pero no una balacera que que fácilmente podría tenerlos a ellos como víctimas, mezcladas con la delincuencia que supuestamente se quiere reprimir.
Son estos discursos los que enarbola Milei y sus repetidores los que no tienen asidero en la sociedad y en aquellos que hace menos de dos años lo acompañaron en el balotaje para frenar la continuidad del populismo kirchnerista, y que ahora fácilmente le dan la espalda. Los libertarios elongaron tanto la cancha política hacia la derecha, con discursos extremos empapados de epítetos racistas, xenófobos y ofensivos, que pueden provocar el efecto inverso. Difícilmente un ciudadano al que se deslegitime diciendo que si él y su familia “hacen sus necesidades en un balde” son incapaces de decidir correctamente en las urnas vaya a tomar ese señalamiento como una advertencia positiva. No se convence de esa manera, se excluye.
Milei se encerró solo en su laberinto, cerró puertas que estaban construidas con diálogo político, pero la soberbia y el no reconocimiento de otros actores necesarios lo están alejando de la posibilidad de salir de allí. El Presidente recibió una derrota aplastante y significativa, pero no menos dura de las que viene recibiendo este año en todas las provincias. De 10 elecciones en 2025, La Libertad Avanza solo ganó en CABA, demasiado poco para un gobierno que se autodefine como “el mejor de la historia”. Varios de sus pronósticos no se concretaron y muchas de sus promesas no se cumplieron (dolarización, vauchers educativos; eliminar el Banco Central, liberar el tipo de cambio, no negociar con China, etc.). No se trata de esperar milagros, sino hacer lo que se ha pregonado. No se pelea contra la casta con los Menem y Scioli en la primera línea de poder. Muchos de los resultados anunciados estos meses están peleados definitivamente con la realidad, exagerados al punto que empañan los que sí se alcanzaron. ¿Será tan endeble la confianza del Presidente para dejarse marear por esos premios endogámicos, de poco valor testimonial, que recibió de manos extranjeras amigas y coincidentes estos últimos 18 meses?
Es sabido que la psicología define al autoelogio como una represión, con el objetivo de desviarse de la realidad. Es como si la persona necesitara justificarse en todo a través de una mentira o algo exagerado, huyendo así de la realidad. Porque el Nobel de Economía no solo está lejos, parece ser que ni siquiera estuvo considerado. Razones existen, y muchas, y son las mismas que el Presidente no quiso ni quiere ver, alentado por un círculo íntimo que prefiere sumarse incondicionalmente a todo lo que diga en lugar de aprovechar ese lugar decisorio para modificar una realidad con la que muy pocos parecen están cómodos y comenzaron a manifestarlo.
“Es una pareja perversa, que goza de la crueldad y además está llena de codicia”, dijo Elisa Carrió en una cruda definición de Javier y Karina Milei. Y agregó respecto al Presidente: “Creo que, si este hombre sigue teniendo legitimidad, podemos ir hacia un régimen perverso y autoritario”. La declaración de Carrió muestra que no cambió de opinión sobre Milei después de la estrepitosa derrota electoral del domingo pasado. La dirigente de la Coalición Cívica hace mucho tiempo que los describe de esa manera, pero aun así, supo acompañar las primeras medidas de gobierno -excepto con los poderes especiales-para darle gobernabilidad, pero su diagnóstico, que hoy está más a la vista de todos y que muchos descubrieron esta semana es, al menos, visiblemente justificado.Existe una máxima en política que indica que son los oficialismos los que pierden elecciones y no los opositores los que ganan. Ese precepto es más significativo en un escenario político que se viene presentando en la Argentina en los últimos turnos electorales: la gente vota más convencida en castigar que en apoyar, es tal la desilusión que generan los gobiernos frente a demandas urgentes que, aun sabiendo que lo elegido no es lo mejor, tienen la necesidad de dar una señal de alerta. La elección bonaerense marcó tres hechos fácilmente identificables: la ausencia del voto republicano, que esta vez no acompañó a los libertarios; la baja participación y la confirmación de que los intendentes peronistas recuperaron el poder, hoy puesto al servicio del gobernador Kicillof, y que ese mismo poder ya no responde a un liderazgo nacional, como fue el de Cristina Kirchner, que con su sola presencia en una boleta podía hacer ganar o perder elecciones a cada uno de ellos.La tiene difícil el Presidente, se le presenta un escenario económico complicado donde su mayor resultado, desacelerar la inflación, ya no alcanza para responder a las demandas sociales. Basta ver el crecimiento del desempleo: ya hay mediciones privadas que lo ubican cerca de los 8,5 puntos para el segundo trimestre de 2025, superando el 7,9% medido en junio pasado, que ya era superior al 6,4% de diciembre del año pasado. Es lógico que ese indicador aumente si tenemos en cuenta que, desde que asumió Milei, cerraron 15.000 empresas, según la información de la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (Enac). Afectados por la ola importadora y la baja de consumo que reflejan una recesión alarmante, los empresarios allí nucleados dicen que actualmente cierran 40 firmas por día. Un número similar, o ligeramente superior, a los primeros 20 meses de pandemia.Basta hablar con los encargados de los comedores comunitarios. Margarita Barrientos, de Los Piletones, lleva meses alertando sobre el crecimiento de la demanda de asistencia alimentaria incluso de sectores medios bajos, con trabajos registrados, que ya no llegan a garantizar los 30 días de comidas para su familia. De hecho, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA alertó el mes pasado sobre el crecimiento de la inseguridad alimentaria en los niños que ahora alcanza a aquellas familias que pagan escuela privada o una prepaga, sectores que nunca estuvieron en ese nivel de necesidad. La frase “sacamos 12 millones de personas de la pobreza” parece corresponder más un dogma estadístico de un economista que a la lectura política de la realidad. Alcanza con ver la proyección de gastos e ingresos por hogar (Datos Indec tomados por consultoras privadas) comparando noviembre de 2023 con mayo 2025: los gastos crecieron un 50% más que los ingresos.Todos estos últimos números explican la razón de la derrota libertaria, a la que hay que sumarle la aparición de varias denuncias de corrupción: $LIBRA, PAMI, Andis, Banco Nación, valijas, tráfico de influencias, que afectan al apellido Milei, ya que en todas ellas está involucrada su hermana Karina, a quien el Presidente erigió como “El jefe”. La cercanía filial hace imposible que aquél sea desconocedor de sus acciones.Volvamos a los dichos de Elisa Carrió sobre la perversidad, la crueldad y los hermanos Milei. Esa hostilidad se volcó también hacia sus seguidores más fieles, convirtiéndose en espadas afiladas para lastimar incluso a aliados con temas sensibles, como ocurrió con el episodio que tuvo como víctimas al senador Luis Juez y a su hija Milagros, y como victimario al comunicador más sobrevalorado de la historia reciente, el Gordo Dan. Para “las fuerzas del infierno”- como las llamó Carrió- que hoy se quejan de haber quedado afuera de las listas, relegadas por punteros políticos, barrabravas provenientes del peronismo, modelos y vedettes, también las urnas le dejaron un mensaje. Sus modos agresivos y maleducados no hubiesen mejorado la performance electoral libertaria, quizás todo lo contrario. Esta sociedad no suele premiar a los violentos. Si bien puede existir un núcleo duro que se identifica con el “cárcel o bala” que pregona un candidato del oficialismo, la mayoría, sobre todo en territorio bonaerense, quiere seguridad pero no una balacera que que fácilmente podría tenerlos a ellos como víctimas, mezcladas con la delincuencia que supuestamente se quiere reprimir.Son estos discursos los que enarbola Milei y sus repetidores los que no tienen asidero en la sociedad y en aquellos que hace menos de dos años lo acompañaron en el balotaje para frenar la continuidad del populismo kirchnerista, y que ahora fácilmente le dan la espalda. Los libertarios elongaron tanto la cancha política hacia la derecha, con discursos extremos empapados de epítetos racistas, xenófobos y ofensivos, que pueden provocar el efecto inverso. Difícilmente un ciudadano al que se deslegitime diciendo que si él y su familia “hacen sus necesidades en un balde” son incapaces de decidir correctamente en las urnas vaya a tomar ese señalamiento como una advertencia positiva. No se convence de esa manera, se excluye.Milei se encerró solo en su laberinto, cerró puertas que estaban construidas con diálogo político, pero la soberbia y el no reconocimiento de otros actores necesarios lo están alejando de la posibilidad de salir de allí. El Presidente recibió una derrota aplastante y significativa, pero no menos dura de las que viene recibiendo este año en todas las provincias. De 10 elecciones en 2025, La Libertad Avanza solo ganó en CABA, demasiado poco para un gobierno que se autodefine como “el mejor de la historia”. Varios de sus pronósticos no se concretaron y muchas de sus promesas no se cumplieron (dolarización, vauchers educativos; eliminar el Banco Central, liberar el tipo de cambio, no negociar con China, etc.). No se trata de esperar milagros, sino hacer lo que se ha pregonado. No se pelea contra la casta con los Menem y Scioli en la primera línea de poder. Muchos de los resultados anunciados estos meses están peleados definitivamente con la realidad, exagerados al punto que empañan los que sí se alcanzaron. ¿Será tan endeble la confianza del Presidente para dejarse marear por esos premios endogámicos, de poco valor testimonial, que recibió de manos extranjeras amigas y coincidentes estos últimos 18 meses?Es sabido que la psicología define al autoelogio como una represión, con el objetivo de desviarse de la realidad. Es como si la persona necesitara justificarse en todo a través de una mentira o algo exagerado, huyendo así de la realidad. Porque el Nobel de Economía no solo está lejos, parece ser que ni siquiera estuvo considerado. Razones existen, y muchas, y son las mismas que el Presidente no quiso ni quiere ver, alentado por un círculo íntimo que prefiere sumarse incondicionalmente a todo lo que diga en lugar de aprovechar ese lugar decisorio para modificar una realidad con la que muy pocos parecen están cómodos y comenzaron a manifestarlo. LA NACION