INTERNACIONALES

Médicos Sin Fronteras alertan sobre el deterioro del derecho humanitario

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) presentó el viernes su reporte anual 2024, un documento que refleja el pulso de un mundo atravesado por guerras, crisis humanitarias y desastres climáticos. Nancy Guerrero Castillo, directora general de la sección Latinoamérica, advirtió que la labor del organismo se desarrolla en un contexto cada vez más adverso para la población civil y para quienes brindan asistencia médica en el terreno.

“Hemos sido testigos de cómo la población civil sufre las graves consecuencias de la deshumanización, de la instrumentalización de la ayuda humanitaria y de la creciente falta de respeto al marco legal internacional cuando se trata de conflictos, de guerras, de genocidios”, comentó Castillo al presentar el informe.

El documento recopila la labor desplegada por MSF en más de 70 países durante 2024, con testimonios, datos y reflexiones sobre la situación de millones de personas atrapadas en crisis que amenazan su supervivencia.

Salud bajo fuego, en Gaza

Uno de los apartados centrales del trabajo está dedicado a la Franja de Gaza, donde el conflicto armado convirtió hospitales, clínicas y ambulancias en blancos de ataques deliberados. Según el informe, las restricciones al ingreso de insumos básicos como agua, alimentos y medicamentos agravan una situación ya insostenible para los civiles.

“Los ataques contra estructuras de salud, junto con el bloqueo al suministro humanitario, son medidas que limitan intencionalmente nuestro trabajo y multiplican la vulnerabilidad de la población atrapada en el enclave” palestino, señala el documento. A pesar de ello, equipos médicos de MSF continúan atendiendo a heridos, parturientas y niños en condiciones de precariedad extrema.

El informe también visibiliza crisis sanitarias fuera del radar mediático. Por caso, en República Centroafricana, los equipos de MSF concentraron esfuerzos en la atención de bebés prematuros, cuya supervivencia depende de incubadoras, medicamentos y personal capacitado que muchas veces escasean en hospitales colapsados.

En paralelo, se destaca la lucha contra el noma, una enfermedad bacteriana devastadora que afecta principalmente a niños en comunidades pobres. En 2024, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó al noma como Enfermedad Tropical Desatendida, lo que permitirá movilizar más recursos para prevenirla y tratarla. La organización humanitaria celebró este reconocimiento tras años de campañas y acompañamiento a pacientes desfigurados por la patología.

Otra preocupación fue la expansión de la viruela símica en la República Democrática del Congo, donde la organización desplegó brigadas móviles para diagnóstico, aislamiento de casos y entrega de tratamientos de apoyo.

Latinoamérica también duele

En el continente americano, MSF dio continuidad a sus proyectos en Colombia, particularmente en las comunidades del río Baudó, Chocó. Bajo el título “Riografías del Baudó”, el informe relata cómo la violencia armada, la falta de presencia estatal y las carencias en salud dejaron cicatrices profundas en un territorio donde la organización busca sanar tanto los cuerpos como el tejido social.

Brasil, en tanto, fue escenario del mayor desastre climático de su historia reciente. Las inundaciones de 2024 obligaron a MSF a desplegar equipos de emergencia para asistir a miles de damnificados, garantizando acceso a agua potable y atención médica básica.

Otras guerras prolongadas

La guerra en Ucrania continuó siendo una de las principales operaciones de MSF en Europa. Durante 2024, la organización amplió su ayuda a desplazados internos y poblaciones afectadas por los combates, con clínicas móviles, apoyo psicológico y distribución de medicamentos en zonas de difícil acceso.

En Sudán, otro foco de violencia crónica, el informe pone el acento en la vida dentro de los campos de refugiados. A través de los testimonios de niños y niñas, se describe el impacto de la guerra en su educación, su salud mental y su esperanza de futuro.

El reporte no sólo registra tragedias: también muestra destellos de solidaridad. MSF promovió en 2024 la figura de los testamentos solidarios, mediante los cuales personas deciden destinar parte de su herencia a sostener la labor humanitaria. “Son herramientas de humanidad que nos recuerdan que incluso en tiempos de violencia es posible sembrar esperanza”, planteó Castillo.

El documento incluye, además, un mapa global con cifras clave que dimensionan el alcance de la organización: millones de consultas médicas realizadas, miles de cirugías practicadas en hospitales de campaña y centenares de proyectos activos en contextos de emergencia.

Desafío para la acción

El balance anual de MSF advierte que la labor humanitaria se desarrolla en un entorno cada vez más hostil. La deslegitimación del derecho internacional, el uso político de la ayuda y los ataques a personal médico son fenómenos que se repiten en distintos escenarios.

Sin embargo, la organización insiste en que la presencia de sus equipos constituye un salvavidas para millones de personas. “Cada vida que logramos salvar, cada niño que recupera la sonrisa, es un recordatorio de que nuestro trabajo sigue siendo necesario”, concluye Castillo.

​La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) presentó el viernes su reporte anual 2024, un documento que refleja el pulso de un mundo atravesado por guerras, crisis humanitarias y desastres climáticos. Nancy Guerrero Castillo, directora general de la sección Latinoamérica, advirtió que la labor del organismo se desarrolla en un contexto cada vez más adverso para la población civil y para quienes brindan asistencia médica en el terreno.“Hemos sido testigos de cómo la población civil sufre las graves consecuencias de la deshumanización, de la instrumentalización de la ayuda humanitaria y de la creciente falta de respeto al marco legal internacional cuando se trata de conflictos, de guerras, de genocidios”, comentó Castillo al presentar el informe.El documento recopila la labor desplegada por MSF en más de 70 países durante 2024, con testimonios, datos y reflexiones sobre la situación de millones de personas atrapadas en crisis que amenazan su supervivencia.Salud bajo fuego, en GazaUno de los apartados centrales del trabajo está dedicado a la Franja de Gaza, donde el conflicto armado convirtió hospitales, clínicas y ambulancias en blancos de ataques deliberados. Según el informe, las restricciones al ingreso de insumos básicos como agua, alimentos y medicamentos agravan una situación ya insostenible para los civiles.“Los ataques contra estructuras de salud, junto con el bloqueo al suministro humanitario, son medidas que limitan intencionalmente nuestro trabajo y multiplican la vulnerabilidad de la población atrapada en el enclave” palestino, señala el documento. A pesar de ello, equipos médicos de MSF continúan atendiendo a heridos, parturientas y niños en condiciones de precariedad extrema.El informe también visibiliza crisis sanitarias fuera del radar mediático. Por caso, en República Centroafricana, los equipos de MSF concentraron esfuerzos en la atención de bebés prematuros, cuya supervivencia depende de incubadoras, medicamentos y personal capacitado que muchas veces escasean en hospitales colapsados.En paralelo, se destaca la lucha contra el noma, una enfermedad bacteriana devastadora que afecta principalmente a niños en comunidades pobres. En 2024, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó al noma como Enfermedad Tropical Desatendida, lo que permitirá movilizar más recursos para prevenirla y tratarla. La organización humanitaria celebró este reconocimiento tras años de campañas y acompañamiento a pacientes desfigurados por la patología.Otra preocupación fue la expansión de la viruela símica en la República Democrática del Congo, donde la organización desplegó brigadas móviles para diagnóstico, aislamiento de casos y entrega de tratamientos de apoyo.Latinoamérica también dueleEn el continente americano, MSF dio continuidad a sus proyectos en Colombia, particularmente en las comunidades del río Baudó, Chocó. Bajo el título “Riografías del Baudó”, el informe relata cómo la violencia armada, la falta de presencia estatal y las carencias en salud dejaron cicatrices profundas en un territorio donde la organización busca sanar tanto los cuerpos como el tejido social.Brasil, en tanto, fue escenario del mayor desastre climático de su historia reciente. Las inundaciones de 2024 obligaron a MSF a desplegar equipos de emergencia para asistir a miles de damnificados, garantizando acceso a agua potable y atención médica básica.Otras guerras prolongadasLa guerra en Ucrania continuó siendo una de las principales operaciones de MSF en Europa. Durante 2024, la organización amplió su ayuda a desplazados internos y poblaciones afectadas por los combates, con clínicas móviles, apoyo psicológico y distribución de medicamentos en zonas de difícil acceso.En Sudán, otro foco de violencia crónica, el informe pone el acento en la vida dentro de los campos de refugiados. A través de los testimonios de niños y niñas, se describe el impacto de la guerra en su educación, su salud mental y su esperanza de futuro.El reporte no sólo registra tragedias: también muestra destellos de solidaridad. MSF promovió en 2024 la figura de los testamentos solidarios, mediante los cuales personas deciden destinar parte de su herencia a sostener la labor humanitaria. “Son herramientas de humanidad que nos recuerdan que incluso en tiempos de violencia es posible sembrar esperanza”, planteó Castillo.El documento incluye, además, un mapa global con cifras clave que dimensionan el alcance de la organización: millones de consultas médicas realizadas, miles de cirugías practicadas en hospitales de campaña y centenares de proyectos activos en contextos de emergencia.Desafío para la acciónEl balance anual de MSF advierte que la labor humanitaria se desarrolla en un entorno cada vez más hostil. La deslegitimación del derecho internacional, el uso político de la ayuda y los ataques a personal médico son fenómenos que se repiten en distintos escenarios.Sin embargo, la organización insiste en que la presencia de sus equipos constituye un salvavidas para millones de personas. “Cada vida que logramos salvar, cada niño que recupera la sonrisa, es un recordatorio de que nuestro trabajo sigue siendo necesario”, concluye Castillo.  La Voz