La dieron por muerta en la Segunda Guerra Mundial, pero sobrevivió y después batió 16 récords
Es 1942 y el Ejército Rojo avanza lentamente por el territorio que los nazis le arrebataron a la Unión Soviética. Los seguidores de Iósif Stalin tienen la orden de defender con uñas y dientes lo que consideraban suyo: su identidad eslava, las familias y las tradiciones. Entre los contingentes está María Denísovna Koltakova, una joven enfermera que en 1941, tras terminar la escuela, se alistó como voluntaria para pelear por la libertad de su país. En aquel entonces, hizo lo que sentía que debía hacer, sin imaginar que sería condecorada en nombre de la nación y que, décadas más tarde, se transformaría en un ícono de las personas mayores, con 16 récords a su nombre.
Koltakova murió este 1 de septiembre, a los 104 años, y dejó un profundo dolor en la sociedad rusa. Su figura representó el ideal de mujer valiente, fuerte y capaz de enfrentar al enemigo, tal como lo había reproducido la propaganda comunista del régimen estalinista noventa años atrás. A pocos días de su fallecimiento, los medios europeos todavía hacen eco de su historia y de su vida ejemplar, con el objetivo de inspirar a las generaciones futuras a replicar su fórmula de longevidad.
De vencer a los Nazis a salvar cientos de vidas
María Denísovna Koltakova nació el 14 de enero de 1922 en Verjnyaya Dubrovka. Su padre, Denís Semiónovich, trabajaba en el ferrocarril, mientras que su madre se quedó en la casa para criar a los ocho hijos del matrimonio.
A los 14 años, María le pidió a su hermano mayor, Yevgueni, saltar en paracaídas con él. Sentía que era una prueba de riesgo donde sus valores se ponían a prueba. Sin embargo, él le negó ese sueño hasta que cumpliera la mayoría de edad. En 1937 el joven fue reclutado por el ejército y en 1945 murió durante la batalla ruso-japonesa en las islas Kuriles.
Cuando terminó la secundaria, en 1941, Koltakova se anotó con sus amigas en un curso de enfermería y, unos años después, partió al frente europeo para frenar el avance nazi liderado por Adolf Hitler.
En poco tiempo empezó a levantar carpas y a atender a cientos de heridos. Participó en la liberación de Kursk, Oboyán, Bélgorod y también de Kiev. En 2018, le dijo al medio RGRU: “No fui una heroína, pero estoy orgullosa de haber sido soldado”.
La primera condecoración que recibió fue la Medalla al Valor en Vorónezh, después de sacar del campo de batalla a 25 soldados heridos. Más tarde le otorgaron la Orden de la Gloria por rescatar a otros 57 hombres, a quienes arrastró hasta un hospital de campaña. Antes de llegar a Praga, volvió a arriesgar la vida: mientras sus compañeras no podían moverse, salió del batallón y salvó a 300 combatientes maltrechos. Allí recibió dos balazos, pero aun así no se rindió ni los abandonó.
En los últimos ataques ofensivos quedó enterrada viva bajo los escombros y la dieron por muerta, al punto de enviarle a su familia una carta con la noticia. Sin embargo, resistió y logró llegar a la capital de Checoslovaquia como médica sargento, donde celebró el fin de la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945.
Al regresar a su casa, sorprendió a su madre y a sus hermanos, y rompió la carta de defunción. Con varios reconocimientos del gobierno de Stalin —entre ellos la Orden de la Guerra Patria de primer grado— trabajó hasta su jubilación, en 1977, en el área de pensiones, y después siguió ocho años más en una fábrica de vitaminas.
La “abuela de hierro”
Una vez retirada, María recorrió colegios en toda Rusia para contarles a los jóvenes su visión sobre la Segunda Guerra Mundial. También los alentó a cumplir sus sueños.
A los 90 años entró al libro de los récords de Rusia por lanzarse en paracaídas, convirtiéndose en la persona más longeva de su país en hacerlo. Tiempo después superó su propia marca, al saltar desde 5.000 metros de altura.
Sobrevoló Vorónezh en un avión de guerra y recordó aquella vez que luchó por recuperar la ciudad. Incluso en 2018 participó en una carrera de karting y volvió a sumar otro récord. A los 99 años condujo un tanque en el campo de maniobras de una unidad militar en Valúiki. “Si una abuela de más de 90 años puede hacer cosas extraordinarias, los jóvenes también deberían intentarlo”, dijo en una entrevista con VR Daily.
Por todos sus logros la apodaron “la abuela de hierro”. Ya jubilada, mantuvo una rutina para prolongar su longevidad: gimnasia matutina, caminatas, duchas de contraste (agua fría y agua tibia) y una actitud positiva. Meses antes de su muerte, Koltakova ya estaba débil por su prolongada edad, pero los medios rusos destacaron que hasta último momento conservó la alegría y el patriotismo que siempre la habían caracterizado.
María Denísovna Koltakova se hizo conocida por pelear contra los nazis, pero más aún por los logros que alcanzó después de cumplir 90 años; conocé de cerca por qué inspiró a millones y hoy es un ejemplo para las generaciones futuras LA NACION