INTERNACIONALES

Los ataques de Estados Unidos a Venezuela afectan a los pueblos pesqueros: el narcotráfico como alternativa

El pasado 2 de septiembre la Península de Paria, en el oriente de Venezuela, fue escenario de un ataque del Ejército de Estados Unidos. El blanco fue un barco que, según la administración de Donald Trump, transportaba drogas y a 11 miembros de la banda Tren de Aragua. El operativo terminó con varias muertes y generó un fuerte impacto en las comunidades pesqueras de la zona.

El gobierno de Venezuela cuestionó la versión norteamericana y aseguró que el video del ataque difundido por Trump fue manipulado digitalmente. Sin embargo, pescadores locales reconocieron que la embarcación mostrada era un “peñero” de 12 metros con motores de alta potencia, muy por encima de lo que suelen usar los barcos de pesca artesanal.

La pesca en crisis y el narcotráfico como alternativa para subsistir

En localidades como Güiria, Guaca y San Juan de Unare, los pobladores aseguran que la pesca ya no garantiza una vida digna. Con plantas procesadoras de sardinas cerradas, sobrepesca y regulaciones cada vez más estrictas, muchos pescadores reconocen que algunos recurren al narcotráfico a pequeña escala para sobrevivir.

“La pesca no da para comprar un motor así”, señaló el pescador Junior González, en referencia a los equipos incautados. Los motores necesarios para viajes hacia Trinidad y Tobago cuestan hasta U$S 20.000, una cifra impensable para quienes sólo dependen de la captura de sardinas.

La comparación es brutal: mientras la pesca apenas deja menos de 100 dólares al mes, una operación de contrabando puede generar miles en un solo viaje.

Los ataques de Estados Unidos a Venezuela afectan a los pueblos pesqueros: el narcotráfico como alternativa (AP)

Denuncias de hambre y abandono por parte del Estado

Los habitantes de la Península de Paria relatan un panorama desolador. El jubilado Alberto Díaz resumió el sentir de muchos: “Aquí no hay revolución, lo que hay es hambre, sacrificio, puro dolor”.

Vecinos como Kira Torres señalan que los subsidios estatales dejaron de llegar y que muchos se ven empujados al contrabando por necesidad: “La necesidad obliga a todo… como aquí no llega el gobierno a ayudar, ¿cómo hace uno?”.

En Güiria, el comerciante Jean Carlos Sucre explicó que el ataque estadounidense paralizó la actividad ilegal y afectó también al comercio local: “Esta semana vendí diez hamburguesas de las 90 que vendía antes”.

Analistas como Christopher Sabatini, de Chatham House, advierten que la Casa Blanca podría estar exagerando el papel de estas comunidades en el tráfico global de drogas: “Son pescadores a pequeña escala -y ahora, narcotraficantes a pequeña escala- que no representan el núcleo del problema”.

El gobierno venezolano, por su parte, insiste en que el país no es un actor central en el narcotráfico y que investigará el ataque, aunque hasta ahora no brindó detalles.

Con información de AP

​El pasado 2 de septiembre la Península de Paria, en el oriente de Venezuela, fue escenario de un ataque del Ejército de Estados Unidos. El blanco fue un barco que, según la administración de Donald Trump, transportaba drogas y a 11 miembros de la banda Tren de Aragua. El operativo terminó con varias muertes y generó un fuerte impacto en las comunidades pesqueras de la zona.El gobierno de Venezuela cuestionó la versión norteamericana y aseguró que el video del ataque difundido por Trump fue manipulado digitalmente. Sin embargo, pescadores locales reconocieron que la embarcación mostrada era un “peñero” de 12 metros con motores de alta potencia, muy por encima de lo que suelen usar los barcos de pesca artesanal.La pesca en crisis y el narcotráfico como alternativa para subsistirEn localidades como Güiria, Guaca y San Juan de Unare, los pobladores aseguran que la pesca ya no garantiza una vida digna. Con plantas procesadoras de sardinas cerradas, sobrepesca y regulaciones cada vez más estrictas, muchos pescadores reconocen que algunos recurren al narcotráfico a pequeña escala para sobrevivir.“La pesca no da para comprar un motor así”, señaló el pescador Junior González, en referencia a los equipos incautados. Los motores necesarios para viajes hacia Trinidad y Tobago cuestan hasta U$S 20.000, una cifra impensable para quienes sólo dependen de la captura de sardinas.La comparación es brutal: mientras la pesca apenas deja menos de 100 dólares al mes, una operación de contrabando puede generar miles en un solo viaje.Denuncias de hambre y abandono por parte del EstadoLos habitantes de la Península de Paria relatan un panorama desolador. El jubilado Alberto Díaz resumió el sentir de muchos: “Aquí no hay revolución, lo que hay es hambre, sacrificio, puro dolor”.Vecinos como Kira Torres señalan que los subsidios estatales dejaron de llegar y que muchos se ven empujados al contrabando por necesidad: “La necesidad obliga a todo… como aquí no llega el gobierno a ayudar, ¿cómo hace uno?”.En Güiria, el comerciante Jean Carlos Sucre explicó que el ataque estadounidense paralizó la actividad ilegal y afectó también al comercio local: “Esta semana vendí diez hamburguesas de las 90 que vendía antes”.Analistas como Christopher Sabatini, de Chatham House, advierten que la Casa Blanca podría estar exagerando el papel de estas comunidades en el tráfico global de drogas: “Son pescadores a pequeña escala -y ahora, narcotraficantes a pequeña escala- que no representan el núcleo del problema”.El gobierno venezolano, por su parte, insiste en que el país no es un actor central en el narcotráfico y que investigará el ataque, aunque hasta ahora no brindó detalles.Con información de AP  La Voz