Territorial: el western australiano que domina un Top Ten en streaming a puro melodrama
Territorial (Territory, Australia/2024). Creadores: Ben Davies y Timothy Lee. Dirección: Greg McLean. Guion: Ben Davies, Timothy Lee, Kodie Bedford, Steven McGregor. Edición: Dave Redman y Sean Lahiff. Música: Johnny Klimek y Gabriel Isaac Mounsey. Elenco: Anna Torv, Michael Dorman, Sam Corlett, Philippa Northeast, Sara Wiseman, Dan Wyllie, Clarence Ryan, Jay Ryan, Robert Taylor, Sam Delich. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
La trama no es original y su estilo tampoco, pero algo seduce progresivamente al espectador que se adentra en la primera temporada de Territorial, esta serie australiana que presenta el devaneo de un importante clan dedicado a la ganadería en el desolado norte de Australia cuando el anciano líder familiar pierde de manera misteriosa a su heredero natural en forma previa a una transacción que permitiría mejorar el horizonte de la empresa. Acorralado por las deudas, las malas decisiones comerciales, familiares, y además un carácter indómito, Colin Lawson siente que su antiguo poderío es menguado cada día y la Marianne Station, la más importante explotación ganadera alrededor del mundo que él comanda con temple de acero, se convierte en un botín demasiado tentador para las facciones rivales. Así sucede desde que el cuerpo de Daniel es encontrado en el medio de esas casi infinitas llanuras desérticas luego de haber sido atacado por perros salvajes. Algo que, a ciencia cierta, nadie puede explicar considerando sus altas cualidades como jinete y como gran conocedor de la ruda geografía del norte de Australia. Es entonces cuando el irascible Colin debe activar la línea sucesoria que comande los destinos de la finca y tendrá que elegir entre Emily, su talentosa nuera pero hija del inescrupuloso clan vecino del que han sido rival toda la vida; Graham, su hijo alcohólico, al margen de cualquier reconocimiento y siempre a la sombra de su talentoso -y ahora fallecido- hermano; y Marshall, el nieto ingenioso que se había marchado de la finca y vuelve enterado de los acontecimientos pero que es un malandra y fugitivo además de tener inconvenientes amistades. Se añaden los recelos del poder entre los miembros del clan y como estos deberán lidiar con la superposición de intereses que pesan sobre el destino de la hacienda.
Además de sus inevitables conexiones contemporáneas (que recuerdan otros virtuosos ejemplos en la materia), este neo-western creado por Ben Davies y Timothy Lee se sirve de una característica fundamental de la tragedia desde su acepción más ancestral y clásica: la caída de un personaje fundamental al cual el “error trágico” (o hamartia, en definición de Aristóteles), desencadena la catarsis de sentido del relato unido a una matriz que hizo célebre a Shakespeare: la lucha por la sucesión del poder. De algún modo, el título original que tuvo antes de su lanzamiento este producto televisivo no permite disimular simetrías entre el trágico destino del Rey Lear y el Desert King que iba a tener como nombre esta sucesión en el seno de la familia Lawson y cuyos destinos cabalgan entre el horizonte del relato clásico y los entramados familiares típicos del folletín.
Lo antedicho permite anotar también un notable antecedente en el campo de las referencias contemporáneas que es Yellowstone, la serie que estelarizó Kevin Costner, y cuyo núcleo narrativo tiene importantes puntos de contacto con esta Territorial, que queda como un inevitable subproducto a la hora de ponerlas en la balanza, porque aunque Robert Taylor luzca impecable como el patriarca en desgracia nada puede hacer frente al gigantismo que representa la figura de Kevin Costner en similar papel. Otro tanto sucede con el elenco que aquí encabezan Anna Torv, Michael Dorman, Sam Collett y Philippa Northeast como la familia en la conflictiva línea de sucesión dentro de una estética prolija que devuelve una fotografía preciosista para destacar los amplios paisajes naturales gracias a la pericia en el manejo del drone sumado a la llegada de buena parte de las facciones rivales cruzando a toda velocidad las polvorientas carreteras en un homenaje indubitable a la lente del gran George Miller, quien supo con Mad Max construir una estética propia de las rutas australianas con bandas de merodeadores al acecho, ya sea en el norte o sur, pero que nadie supo retratarlas como él. Con estas precauciones, Territorial resulta un entretenimiento convincente olvidando las múltiples herencias que evoca y que trascienden a las que ponen a la familia Lawson en el centro de las disputas de poder.
LA NACION