Rascando la olla
Qué gran espectáculo generaron los científicos del Conicet en el talud submarino del Cañón de Mar del Plata. Junto con el Schmidt Ocean Institute bajaron al robotito SuBastian a casi 4000 metros de profundidad y se encontraron con una cantidad y variedad de especies que fueron transmitidas por streaming para delicia de decenas de miles de personas.
“Nos íbamos sorprendiendo todos juntos al mismo tiempo”, dijo Daniel Lauretta, líder de la expedición. ¿El motivo? La revelación de un montón de ejemplares maravillosos, una diversidad que no hace más que dejar expuesta la escasez de opciones de la fauna política argentina, que, al cierre de listas de hoy para las elecciones del 26 de octubre, anduvo rascando la olla para terminar postulando a la mayoría de los candidatos de siempre, sin demasiada novedad y poquísima o casi nula renovación generacional.
Ni la revelación de una estrella de mar culona, como la que bautizaron Patricio por su parecido con el personaje de Bob Esponja, ni un caracol similar a Gary, la mascota de Bob, de la misma serie animada de televisión. Casi no hay sorpresas ni en los nombres de las listas ni en cómo muchos de los postulados llegaron a ellas: traicionando al elector con candidaturas testimoniales, abandonando antes de tiempo un barco legislativo para subirse a otro que les alargue la estancia parlamentaria con sus dietas y gastos extras, o saltando de poder del Estado a otro poder del Estado porque la clave, precisamente, es seguir viviendo de él.
Es cierto que en el fondo del mar había ejemplares conocidos por todos como los cangrejos, los calamares y las medusas y que, como en tierra firme, les toca lidiar con la basura que tiramos los humanos, pero qué belleza verlos a todos conviviendo sin alterarse y qué increíble definición y variedad de colores nos acercó el robot. Ni siquiera hubo en todo el tiempo de transmisión peleas entre los ejemplares amarillos y el pepino de mar violeta al que los científicos denominaron Batatita.
Un solo espécimen se mostró violento. Una mamá langosta, obviamente en libertad, le clavó fijo los ojos al robot en defensa de sus crías para orfandad y tristeza de algunos dirigentes esperanzados en que la política les seguiría dando una madre libre de la cual colgarse para conseguir más votos.
En este cierre de listas muchos se la pasaron buscando a Nemo, sin la ayuda de una Dory. Solo se cruzaron en su derrotero con pulpos ambiciosos. Nunca con uno tan extraordinario y gentil como el Dumbo que halló la ya histórica y agradecida expedición del Conicet.
“Tenemos un montón de ejemplares”
(De los científicos que auscultaron el fondo del mar) LA NACION