La tarea del escribano
Tiempo atrás, se suscitó un conflicto por la herencia de Beatriz Sarlo, recientemente fallecida, a raíz de que el encargado del edificio donde ella vivía presentó un manuscrito de la reconocida escritora en el que aseguraba que lo dejaría a cargo de su departamento y del cuidado de su gata. Esta situación derivó en una disputa legal entre el citado portero, Melanio Meza; el exmarido de la pensadora, Alberto Sato, y Ernestina del Río, una prima de la difunta, quien también se considera heredera. Si bien el caso es analizado por la Justicia con el fin de determinar la validez del supuesto testamento ológrafo y quiénes serían los herederos legítimos de la escritora, resulta interesante considerar algunos de los consejos que brinda el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, según los cuales mucho de lo que se discute en ese juicio podría evitarse si la persona que deseara dejar un legado lo hiciera ante un escribano público.
La primera ventaja es que el escribano, mediante todas la diligencias necesarias, garantiza la identidad de la persona que testa, cuya firma quedará registrada en un protocolo notarial; una segunda ventaja pasa por el asesoramiento acerca del uso correcto de las palabras, ya que, en el caso que nos ocupa, Beatriz Sarlo escribió que el encargado de su edificio debería “quedar a cargo de”, cuando, si su voluntad hubiese sido dejarle el inmueble, cualquier escribano le habría recomendado que expresara que “le lega la propiedad o el dominio”. Una tercera cuestión guarda relación con el discernimiento, para lo cual el notario interviniente, antes de la firma del testamento, debe entrevistarse con la persona para entender cuál es su real voluntad y si tiene la lucidez suficiente para testar. Finalmente, el escribano público garantiza la inalterabilidad y la perdurabilidad de esa escritura, que de todos modos podría ser modificada o revocada por el firmante, si cambiase de opinión.
Con frecuencia, se escuchan comentarios tan peyorativos como injustos sobre la labor de los escribanos. Por ejemplo, al referirse a la supuesta pasividad de integrantes del Poder Legislativo en cuanto meros refrendadores de las iniciativas del Ejecutivo, no pocos comunicadores equiparan esa actitud con la de una “escribanía de la Casa Rosada”, cuando en rigor el escribano público, además de cumplir una función certificante, ejerce un control de legalidad y brinda asesoramiento desde una posición objetiva y ecuánime, tendiente a prevenir cualquier conflicto.
Orientar y asesorar son tareas claves para la protección de los bienes y para dar pasos seguros en la vida. De ahí que resulten encomiables las campañas que, desde hace 16 años, viene realizando el colegio de escribanos porteño bajo la consigna “Cuidá lo tuyo”. Como parte de esa campaña, no pocos vecinos de la ciudad de Buenos Aires han podido efectuar sin costo el trámite de afectación al Régimen de Protección de la Vivienda, conocido como “bien de familia”.
En la jornada más reciente durante esa campaña, representantes del citado colegio explicaron las herramientas directivas anticipadas de salud y el factor clave para pensar los derechos en adultos mayores. Se trata de pautas que una persona puede dejar mediante escritura pública sobre cómo desea que la atiendan ante el desarrollo de una potencial enfermedad o lesión por accidente. Otra de las cuestiones abordadas en ese encuentro se vinculó con las implicancias de estar en matrimonio o convivir, las ventajas y desventajas de la separación de bienes, los derechos de un conviviente en cuestiones de vivienda y las alternativas de la unión convivencial, en función de una marcada tendencia según la cual cada vez menos parejas eligen casarse.
Se trata de ejemplos que dan cuenta del compromiso social que los escribanos están dispuestos a cumplir para contribuir a la protección de las personas y sus bienes.
Tiempo atrás, se suscitó un conflicto por la herencia de Beatriz Sarlo, recientemente fallecida, a raíz de que el encargado del edificio donde ella vivía presentó un manuscrito de la reconocida escritora en el que aseguraba que lo dejaría a cargo de su departamento y del cuidado de su gata. Esta situación derivó en una disputa legal entre el citado portero, Melanio Meza; el exmarido de la pensadora, Alberto Sato, y Ernestina del Río, una prima de la difunta, quien también se considera heredera. Si bien el caso es analizado por la Justicia con el fin de determinar la validez del supuesto testamento ológrafo y quiénes serían los herederos legítimos de la escritora, resulta interesante considerar algunos de los consejos que brinda el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, según los cuales mucho de lo que se discute en ese juicio podría evitarse si la persona que deseara dejar un legado lo hiciera ante un escribano público.La primera ventaja es que el escribano, mediante todas la diligencias necesarias, garantiza la identidad de la persona que testa, cuya firma quedará registrada en un protocolo notarial; una segunda ventaja pasa por el asesoramiento acerca del uso correcto de las palabras, ya que, en el caso que nos ocupa, Beatriz Sarlo escribió que el encargado de su edificio debería “quedar a cargo de”, cuando, si su voluntad hubiese sido dejarle el inmueble, cualquier escribano le habría recomendado que expresara que “le lega la propiedad o el dominio”. Una tercera cuestión guarda relación con el discernimiento, para lo cual el notario interviniente, antes de la firma del testamento, debe entrevistarse con la persona para entender cuál es su real voluntad y si tiene la lucidez suficiente para testar. Finalmente, el escribano público garantiza la inalterabilidad y la perdurabilidad de esa escritura, que de todos modos podría ser modificada o revocada por el firmante, si cambiase de opinión.Con frecuencia, se escuchan comentarios tan peyorativos como injustos sobre la labor de los escribanos. Por ejemplo, al referirse a la supuesta pasividad de integrantes del Poder Legislativo en cuanto meros refrendadores de las iniciativas del Ejecutivo, no pocos comunicadores equiparan esa actitud con la de una “escribanía de la Casa Rosada”, cuando en rigor el escribano público, además de cumplir una función certificante, ejerce un control de legalidad y brinda asesoramiento desde una posición objetiva y ecuánime, tendiente a prevenir cualquier conflicto.Orientar y asesorar son tareas claves para la protección de los bienes y para dar pasos seguros en la vida. De ahí que resulten encomiables las campañas que, desde hace 16 años, viene realizando el colegio de escribanos porteño bajo la consigna “Cuidá lo tuyo”. Como parte de esa campaña, no pocos vecinos de la ciudad de Buenos Aires han podido efectuar sin costo el trámite de afectación al Régimen de Protección de la Vivienda, conocido como “bien de familia”.En la jornada más reciente durante esa campaña, representantes del citado colegio explicaron las herramientas directivas anticipadas de salud y el factor clave para pensar los derechos en adultos mayores. Se trata de pautas que una persona puede dejar mediante escritura pública sobre cómo desea que la atiendan ante el desarrollo de una potencial enfermedad o lesión por accidente. Otra de las cuestiones abordadas en ese encuentro se vinculó con las implicancias de estar en matrimonio o convivir, las ventajas y desventajas de la separación de bienes, los derechos de un conviviente en cuestiones de vivienda y las alternativas de la unión convivencial, en función de una marcada tendencia según la cual cada vez menos parejas eligen casarse.Se trata de ejemplos que dan cuenta del compromiso social que los escribanos están dispuestos a cumplir para contribuir a la protección de las personas y sus bienes. LA NACION