Viceprimera ministra de Reino Unido renunció tras reconocer falta ética
La viceprimera ministra británica, Angela Rayner, renunció ayer luego de que se confirmó que no había pagado los impuestos correspondientes en la compra de un departamento en Hove, en la costa sur de Inglaterra. La dimisión llega apenas dos meses después del triunfo laborista y constituye el primer golpe serio a la credibilidad del gobierno de Keir Starmer, que había prometido ética y transparencia.
El caso salió a la luz el miércoles último, cuando un periodista independiente reveló documentos que mostraban irregularidades en la transacción inmobiliaria. La denuncia apuntaba a que Rayner no pagó el impuesto de timbre, un gravamen obligatorio sobre la compra de bienes raíces en el Reino Unido, más alto en las viviendas de mayor valor o en segundas residencias. Según los informes, el incumplimiento le permitió ahorrarse unas 40 mil libras, equivalentes a poco más de U$S 54 mil.
Rayner, quien había construido parte de su reputación criticando a evasores fiscales durante los gobiernos conservadores, quedó en una situación comprometida. La ironía no pasó inadvertida en el ámbito político ni en la opinión pública: la misma ministra que reclamaba rigor en el cumplimiento tributario fue señalada por beneficiarse de una omisión.
Fulminante
Tras las revelaciones, Rayner pidió la intervención del asesor independiente sobre normas ministeriales, Laurie Magnus, encargado de supervisar la conducta ética de los miembros del gabinete. El informe llegó al primer ministro Starmer ayer al mediodía y precedió la renuncia.
En declaraciones al canal de noticias Sky News, la dirigente laborista reconoció que no había pagado los impuestos debidos, aunque insistió en que se trató de un error y no de un intento de evasión. Explicó que los “complejos acuerdos de vida” derivados de su divorcio en 2023 y la discapacidad permanente de su hijo complicaron la operación inmobiliaria. “He estado en shock porque pensé que había hecho todo correctamente. Confié en el asesoramiento recibido y estoy devastada, porque siempre he respetado las normas”, dijo visiblemente afectada.
Rayner asumió “plena responsabilidad” y aseguró que trabajará para resolver la deuda pendiente. “Lamento profundamente el error y estoy comprometida a ofrecer la transparencia que exige el servicio público”, subrayó.
El primer ministro Keir Starmer lamentó la salida de su número dos, aunque coincidió en que era la decisión adecuada. “Angela ha tomado la decisión correcta, pero estoy muy triste de verla marchar”, expresó en un comunicado.
La renuncia golpea con fuerza al gabinete, no solo porque Rayner era la viceprimera ministra, sino también porque representaba una de las voces más potentes del laborismo. Su estilo directo y su cercanía con los votantes de base habían sido claves en la campaña que devolvió al partido al poder en julio de 2024.
Impacto político
La dimisión obliga a Starmer a reorganizar su equipo en un momento en que el gobierno busca consolidarse tras años de gestión conservadora. También abre la puerta a ataques de la oposición, que cuestiona la autoridad moral del laborismo para reclamar transparencia.
El caso pone nuevamente en debate la cultura fiscal británica. El impuesto de timbre, diseñado para garantizar equidad en el acceso a la vivienda, genera tensiones en un país donde los precios inmobiliarios siguen al alza. Que una figura de alto rango lo haya eludido mina la confianza en el discurso oficial sobre justicia tributaria.
Rayner, sin embargo, no se retirará de la vida pública. Mantendrá su banca parlamentaria y trabajará para recomponer la confianza de sus votantes. Analistas coinciden en que el futuro político de Ryanair dependerá de cómo gestione el proceso de regularización y de su capacidad para volver a posicionarse dentro del laborismo.
Por ahora, su salida es un recordatorio incómodo para Starmer: las promesas de ética y transparencia que llevaron a los laboristas al poder estarán en la mira de manera permanente, incluso en la vida personal de sus ministros.
La viceprimera ministra británica, Angela Rayner, renunció ayer luego de que se confirmó que no había pagado los impuestos correspondientes en la compra de un departamento en Hove, en la costa sur de Inglaterra. La dimisión llega apenas dos meses después del triunfo laborista y constituye el primer golpe serio a la credibilidad del gobierno de Keir Starmer, que había prometido ética y transparencia.El caso salió a la luz el miércoles último, cuando un periodista independiente reveló documentos que mostraban irregularidades en la transacción inmobiliaria. La denuncia apuntaba a que Rayner no pagó el impuesto de timbre, un gravamen obligatorio sobre la compra de bienes raíces en el Reino Unido, más alto en las viviendas de mayor valor o en segundas residencias. Según los informes, el incumplimiento le permitió ahorrarse unas 40 mil libras, equivalentes a poco más de U$S 54 mil. Rayner, quien había construido parte de su reputación criticando a evasores fiscales durante los gobiernos conservadores, quedó en una situación comprometida. La ironía no pasó inadvertida en el ámbito político ni en la opinión pública: la misma ministra que reclamaba rigor en el cumplimiento tributario fue señalada por beneficiarse de una omisión.FulminanteTras las revelaciones, Rayner pidió la intervención del asesor independiente sobre normas ministeriales, Laurie Magnus, encargado de supervisar la conducta ética de los miembros del gabinete. El informe llegó al primer ministro Starmer ayer al mediodía y precedió la renuncia.En declaraciones al canal de noticias Sky News, la dirigente laborista reconoció que no había pagado los impuestos debidos, aunque insistió en que se trató de un error y no de un intento de evasión. Explicó que los “complejos acuerdos de vida” derivados de su divorcio en 2023 y la discapacidad permanente de su hijo complicaron la operación inmobiliaria. “He estado en shock porque pensé que había hecho todo correctamente. Confié en el asesoramiento recibido y estoy devastada, porque siempre he respetado las normas”, dijo visiblemente afectada.Rayner asumió “plena responsabilidad” y aseguró que trabajará para resolver la deuda pendiente. “Lamento profundamente el error y estoy comprometida a ofrecer la transparencia que exige el servicio público”, subrayó.El primer ministro Keir Starmer lamentó la salida de su número dos, aunque coincidió en que era la decisión adecuada. “Angela ha tomado la decisión correcta, pero estoy muy triste de verla marchar”, expresó en un comunicado.La renuncia golpea con fuerza al gabinete, no solo porque Rayner era la viceprimera ministra, sino también porque representaba una de las voces más potentes del laborismo. Su estilo directo y su cercanía con los votantes de base habían sido claves en la campaña que devolvió al partido al poder en julio de 2024.Impacto políticoLa dimisión obliga a Starmer a reorganizar su equipo en un momento en que el gobierno busca consolidarse tras años de gestión conservadora. También abre la puerta a ataques de la oposición, que cuestiona la autoridad moral del laborismo para reclamar transparencia.El caso pone nuevamente en debate la cultura fiscal británica. El impuesto de timbre, diseñado para garantizar equidad en el acceso a la vivienda, genera tensiones en un país donde los precios inmobiliarios siguen al alza. Que una figura de alto rango lo haya eludido mina la confianza en el discurso oficial sobre justicia tributaria.Rayner, sin embargo, no se retirará de la vida pública. Mantendrá su banca parlamentaria y trabajará para recomponer la confianza de sus votantes. Analistas coinciden en que el futuro político de Ryanair dependerá de cómo gestione el proceso de regularización y de su capacidad para volver a posicionarse dentro del laborismo.Por ahora, su salida es un recordatorio incómodo para Starmer: las promesas de ética y transparencia que llevaron a los laboristas al poder estarán en la mira de manera permanente, incluso en la vida personal de sus ministros. La Voz