NACIONALES

Aprender a empatizar

Muchas veces caemos en el error de entender que educar es solo impartir conocimientos sobre lengua, matemática o biología, entre otras materias tradicionales. Afortunadamente, la experiencia viene señalando también cada vez con más fuerza la importancia de promover el bienestar y el sano desarrollo emocional en cada etapa de la vida, mucho más cuando hacerlo presupone generar condiciones para mejores aprendizajes.

Dinamarca ha sido señera al imponer desde 1993 una clase semanal dirigida a promover la empatía para todos los chicos de 6 a 16 años. Considerada una habilidad a desarrollar, no se trata de una actividad opcional o extracurricular, sino que corre en paralelo con las infaltables matemáticas o ciencias. Cada maestro puede proponer cómo encarar esa hora semanal. Sea simplemente compartiendo una torta, charlando sobre los problemas y las conductas deseadas o promoviendo un sentido de comunidad y responsabilidad compartida, entre otros beneficios asociados a la inteligencia emocional.

Un artículo publicado en la prestigiosa Nature Neuroscience a comienzos de año reveló los resultados de un estudio de expertos italianos sobre mecanismos cerebrales en el córtex prefrontal de animales ligado a la experimentación de la empatía hacia otros que sufren una situación negativa que ellos ya vivieron en el pasado. Las investigaciones han demostrado que practicar la empatía refuerza el córtex prefrontal, la región responsable de darnos perspectiva y de regularnos emocionalmente. Desarrollar habilidades sociocognitivas en los niños contribuye a preparar sus cerebros para comprender y responder mejor a los demás.

El 60% del trabajo escolar de Dinamarca se lleva adelante en equipos, y es así que, progresivamente, se va instalando en los jóvenes lo que podríamos describir como un cierto instinto colaborativo. Cuando la consigna no es competir, los niños tienden a ver a sus pares como aliados y no como amenazas.

Desarrollar sentimientos empáticos tiene sus beneficios. Se estima que menos del 7% de los estudiantes daneses son víctimas de bullying, siendo esta una de las tasas más bajas de toda Europa. La sociedad danesa está lejos de ser perfecta, como muchos señalan, pero de la comparación con otros países surge que ciertamente el foco en la salud emocional y las dinámicas dentro del aula adquieren allí mayor peso frente a las habilidades académicas.

Ante crecientes síntomas de ansiedad, depresión o pérdida del sentido de la vida entre estudiantes secundarios, desde el Ministerio de Educación porteño se promueven programas y proyectos dirigidos a generar mayor bienestar emocional y relaciones saludables entre los alumnos, capacitando a los docentes en esa dirección. El bienestar socioemocional es condición importante y necesaria para el aprendizaje.

Criar y educar a niños no para que sean los mejores de la clase, sino para que puedan hacer mejor la clase es una consigna que muchos sistemas educativos deben incorporar sin demoras. Cuán distinta sería hoy nuestra sociedad si quienes hoy somos adultos hubiéramos incorporado tempranamente habilidades como la empatía.

​Muchas veces caemos en el error de entender que educar es solo impartir conocimientos sobre lengua, matemática o biología, entre otras materias tradicionales. Afortunadamente, la experiencia viene señalando también cada vez con más fuerza la importancia de promover el bienestar y el sano desarrollo emocional en cada etapa de la vida, mucho más cuando hacerlo presupone generar condiciones para mejores aprendizajes.Dinamarca ha sido señera al imponer desde 1993 una clase semanal dirigida a promover la empatía para todos los chicos de 6 a 16 años. Considerada una habilidad a desarrollar, no se trata de una actividad opcional o extracurricular, sino que corre en paralelo con las infaltables matemáticas o ciencias. Cada maestro puede proponer cómo encarar esa hora semanal. Sea simplemente compartiendo una torta, charlando sobre los problemas y las conductas deseadas o promoviendo un sentido de comunidad y responsabilidad compartida, entre otros beneficios asociados a la inteligencia emocional.Un artículo publicado en la prestigiosa Nature Neuroscience a comienzos de año reveló los resultados de un estudio de expertos italianos sobre mecanismos cerebrales en el córtex prefrontal de animales ligado a la experimentación de la empatía hacia otros que sufren una situación negativa que ellos ya vivieron en el pasado. Las investigaciones han demostrado que practicar la empatía refuerza el córtex prefrontal, la región responsable de darnos perspectiva y de regularnos emocionalmente. Desarrollar habilidades sociocognitivas en los niños contribuye a preparar sus cerebros para comprender y responder mejor a los demás.El 60% del trabajo escolar de Dinamarca se lleva adelante en equipos, y es así que, progresivamente, se va instalando en los jóvenes lo que podríamos describir como un cierto instinto colaborativo. Cuando la consigna no es competir, los niños tienden a ver a sus pares como aliados y no como amenazas.Desarrollar sentimientos empáticos tiene sus beneficios. Se estima que menos del 7% de los estudiantes daneses son víctimas de bullying, siendo esta una de las tasas más bajas de toda Europa. La sociedad danesa está lejos de ser perfecta, como muchos señalan, pero de la comparación con otros países surge que ciertamente el foco en la salud emocional y las dinámicas dentro del aula adquieren allí mayor peso frente a las habilidades académicas.Ante crecientes síntomas de ansiedad, depresión o pérdida del sentido de la vida entre estudiantes secundarios, desde el Ministerio de Educación porteño se promueven programas y proyectos dirigidos a generar mayor bienestar emocional y relaciones saludables entre los alumnos, capacitando a los docentes en esa dirección. El bienestar socioemocional es condición importante y necesaria para el aprendizaje.Criar y educar a niños no para que sean los mejores de la clase, sino para que puedan hacer mejor la clase es una consigna que muchos sistemas educativos deben incorporar sin demoras. Cuán distinta sería hoy nuestra sociedad si quienes hoy somos adultos hubiéramos incorporado tempranamente habilidades como la empatía.  LA NACION