Nuevo orden mundial
La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en la ciudad de Tianjín, seguida de un imponente desfile militar en la Plaza de Tiananmén, Pekín –con motivo de la celebración del final de la Segunda Guerra Mundial–, constituyó una clara demostración del poderío político y militar de China.
La OCS, integrada por China, Rusia, India, Pakistán y varios países de Asia Central, representa casi la mitad de la población mundial y el 23,5% del PBI del planeta y se ha consolidado como un foro de cooperación en seguridad, economía y energía.
La coincidencia de Xi Jinping, Vladimir Putin y Narendra Modi en la reunión de la OCS ha sido interpretada como un mensaje directo contra Estados Unidos, con quien las tres naciones mantienen disputas tecnológicas, comerciales y geopolíticas. El objetivo es legitimar su influencia sobre las normas sociales y políticas en partes del mundo ajenas al orden basado en las reglas liderado por Occidente y promover un orden alternativo en el que el poder mundial sea compartido por múltiples Estados.
Dicha reunión, convocada por Xi Putin y Modi, no fue simplemente una foto más para los archivos diplomáticos. Representó un acto con un peso histórico significativo, casi una coreografía diseñada para enviar un mensaje al mundo: el dominio global desde un único centro está llegando a su fin.
En igual sentido debe interpretarse la parada militar conmemorando el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. El desfile de tropas impecablemente sincronizadas, vehículos blindados, drones y misiles de última generación, y la presencia de los líderes Kim Jong-un y Putin fue mucho más que un ejercicio de memoria, fue una exhibición de poder.
Se trató de la primera vez que Kim asistía a un evento multilateral importante. Era también la primera vez que Kim, Putin y Xi Jinping se reunían en un mismo lugar. El presidente chino está decidido a demostrarle a Occidente que tiene importantes aliados de su lado.
El desfile militar en Tiananmén y la cumbre de la OCS son señales de que el posicionamiento global se mueve con fuerza hacia un mundo donde el poder se fragmenta y las alianzas se reconfiguran, cuestionando aspectos del orden internacional vigente, que podrían dar lugar al nacimiento de un nuevo tablero de poder mundial.
La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en la ciudad de Tianjín, seguida de un imponente desfile militar en la Plaza de Tiananmén, Pekín –con motivo de la celebración del final de la Segunda Guerra Mundial–, constituyó una clara demostración del poderío político y militar de China. La OCS, integrada por China, Rusia, India, Pakistán y varios países de Asia Central, representa casi la mitad de la población mundial y el 23,5% del PBI del planeta y se ha consolidado como un foro de cooperación en seguridad, economía y energía.La coincidencia de Xi Jinping, Vladimir Putin y Narendra Modi en la reunión de la OCS ha sido interpretada como un mensaje directo contra Estados Unidos, con quien las tres naciones mantienen disputas tecnológicas, comerciales y geopolíticas. El objetivo es legitimar su influencia sobre las normas sociales y políticas en partes del mundo ajenas al orden basado en las reglas liderado por Occidente y promover un orden alternativo en el que el poder mundial sea compartido por múltiples Estados.Dicha reunión, convocada por Xi Putin y Modi, no fue simplemente una foto más para los archivos diplomáticos. Representó un acto con un peso histórico significativo, casi una coreografía diseñada para enviar un mensaje al mundo: el dominio global desde un único centro está llegando a su fin.En igual sentido debe interpretarse la parada militar conmemorando el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. El desfile de tropas impecablemente sincronizadas, vehículos blindados, drones y misiles de última generación, y la presencia de los líderes Kim Jong-un y Putin fue mucho más que un ejercicio de memoria, fue una exhibición de poder.Se trató de la primera vez que Kim asistía a un evento multilateral importante. Era también la primera vez que Kim, Putin y Xi Jinping se reunían en un mismo lugar. El presidente chino está decidido a demostrarle a Occidente que tiene importantes aliados de su lado.El desfile militar en Tiananmén y la cumbre de la OCS son señales de que el posicionamiento global se mueve con fuerza hacia un mundo donde el poder se fragmenta y las alianzas se reconfiguran, cuestionando aspectos del orden internacional vigente, que podrían dar lugar al nacimiento de un nuevo tablero de poder mundial. LA NACION