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Deportistas transgénero

Con la mira en Los Ángeles 2028, en febrero pasado, el presidente Donald Trump firmó un decreto prohibiendo que las atletas trans participaran en competencias en Estados Unidos y llamó al Comité Olímpico Internacional (COI) a rechazar “la locura transgénero”. Por su parte, el COI avanza en el diseño de nuevas normas de elegibilidad para todos los deportes que serían anunciadas durante la reunión del comité por celebrarse en los Juegos Olímpicos de Invierno de Milano-Cortina en febrero, para comenzar a regir en 2028. La última edición de los juegos olímpicos dejó en claro que no había hasta aquí un criterio unificado a la hora de fijar reglas de equidad en categorías femeninas para evitar discriminaciones. De hecho, en 2021 se había permitido participar a aquellas mujeres transgénero con valores de testosterona dentro de límites prefijados.

La nueva norma impediría la participación de mujeres transgénero en competencias femeninas, así como la de deportistas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD). La directora médica y científica del COI presentó un informe con pruebas claras sobre “las ventajas deportivas de nacer hombre”, aun recibiendo tratamientos para reducir sus niveles de testosterona, a la hora de competir. Las decisiones más acertadas se asocian con criterios médicos y no con ideologías, pero seguramente ninguna investigación pueda satisfacer a todos los atletas.

La elegibilidad varía según el deporte y cada federación puede fijar sus propias reglas. En atletismo y natación, las deportistas transgénero ya están excluidas; en el fútbol pueden participar si cumplen con requisitos como la reducción de testosterona. Desde 2020 el World Rugby prohíbe que estas jugadoras compitan en torneos femeninos para evitar lesiones debido a “diferencias fisiológicas”. Para admitir a las competidoras en el Mundial de Tokio de julio pasado, World Athletics (WA) exigió que se sometieran a una prueba para detectar el gen SRY, indicador fiable del sexo biológico. En 2023 World Aquatics estableció que las mujeres transgénero solo podrán participar en categoría femenina si transicionaron antes de la pubertad.

World Boxing realiza pruebas genéticas y cromosómicas. Cabe recordar que en Paris 2024 este deporte estuvo en el ojo de la tormenta, pues el oro en dos categorías quedó en manos de quienes habían sido descalificadas un año antes del mundial luego de las pruebas de elegibilidad que les realizaron. Se habla de que el caso disparó “alarma social”. Si se termina dando curso a la prohibición, esta se extenderá a todas las federaciones y podría dar lugar a reclamos judiciales por parte de las atletas afectadas.

Kirsty Coventry, siete veces medallista olímpica en natación, primera mujer y primera africana, presidente del COI desde junio pasado, aceptó el desafío de generar un enfoque unificado y se mostró a favor de proteger el deporte femenino y a las atletas.

Antinomias como equidad o inclusión, biología o identidad, guían los debates. No faltará el sentido común en un terreno en el que omitir analizar criteriosamente estas cuestiones para establecer reglas claras puede conducir a tremendas injusticias.

​Con la mira en Los Ángeles 2028, en febrero pasado, el presidente Donald Trump firmó un decreto prohibiendo que las atletas trans participaran en competencias en Estados Unidos y llamó al Comité Olímpico Internacional (COI) a rechazar “la locura transgénero”. Por su parte, el COI avanza en el diseño de nuevas normas de elegibilidad para todos los deportes que serían anunciadas durante la reunión del comité por celebrarse en los Juegos Olímpicos de Invierno de Milano-Cortina en febrero, para comenzar a regir en 2028. La última edición de los juegos olímpicos dejó en claro que no había hasta aquí un criterio unificado a la hora de fijar reglas de equidad en categorías femeninas para evitar discriminaciones. De hecho, en 2021 se había permitido participar a aquellas mujeres transgénero con valores de testosterona dentro de límites prefijados.La nueva norma impediría la participación de mujeres transgénero en competencias femeninas, así como la de deportistas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD). La directora médica y científica del COI presentó un informe con pruebas claras sobre “las ventajas deportivas de nacer hombre”, aun recibiendo tratamientos para reducir sus niveles de testosterona, a la hora de competir. Las decisiones más acertadas se asocian con criterios médicos y no con ideologías, pero seguramente ninguna investigación pueda satisfacer a todos los atletas.La elegibilidad varía según el deporte y cada federación puede fijar sus propias reglas. En atletismo y natación, las deportistas transgénero ya están excluidas; en el fútbol pueden participar si cumplen con requisitos como la reducción de testosterona. Desde 2020 el World Rugby prohíbe que estas jugadoras compitan en torneos femeninos para evitar lesiones debido a “diferencias fisiológicas”. Para admitir a las competidoras en el Mundial de Tokio de julio pasado, World Athletics (WA) exigió que se sometieran a una prueba para detectar el gen SRY, indicador fiable del sexo biológico. En 2023 World Aquatics estableció que las mujeres transgénero solo podrán participar en categoría femenina si transicionaron antes de la pubertad.World Boxing realiza pruebas genéticas y cromosómicas. Cabe recordar que en Paris 2024 este deporte estuvo en el ojo de la tormenta, pues el oro en dos categorías quedó en manos de quienes habían sido descalificadas un año antes del mundial luego de las pruebas de elegibilidad que les realizaron. Se habla de que el caso disparó “alarma social”. Si se termina dando curso a la prohibición, esta se extenderá a todas las federaciones y podría dar lugar a reclamos judiciales por parte de las atletas afectadas.Kirsty Coventry, siete veces medallista olímpica en natación, primera mujer y primera africana, presidente del COI desde junio pasado, aceptó el desafío de generar un enfoque unificado y se mostró a favor de proteger el deporte femenino y a las atletas.Antinomias como equidad o inclusión, biología o identidad, guían los debates. No faltará el sentido común en un terreno en el que omitir analizar criteriosamente estas cuestiones para establecer reglas claras puede conducir a tremendas injusticias.  LA NACION